Las semillas de Chía se han vuelto muy populares en la época actual, se recomiendan como remedio natural para el estreñimiento, muchas tiendas naturistas lo venden como suplemento alimenticio, e incluso lo podemos adquirir en el supermercado; pero su cultivo y consumo se remonta a la época prehispánica donde la chía junto con el maíz, el amaranto y los porotos eran los cuatro alimentos básicos de los mayas y los aztecas. El origen de su nombre viene de la palabra náhuatl “chiatic” que significa aceitoso; y fue tan importante en la cultura de nuestro país, que el estado de Chiapas recibe su nombre a partir de esta semilla.

La Chía fue utilizada por los aztecas con propósitos nutricionales, medicinales e incluso en la elaboración de cosméticos. Se conocía como el alimento de las caminatas, ya que era una fuente de energía muy importante y el alimento de los guerreros. Los mayas hacían ofrendas de semillas de Chía a los Dioses en agradecimiento por las cosechas.

Esta semilla dejó de cosecharse en muchos lugares de América después de la conquista, tal vez por su estrecha relación con la religión y las tradiciones prehispánicas; sin embargo en algunas áreas montañosas del sur de México, Guatemala y Nicaragua se siguió cosechando hasta la época actual.

Las semillas de Chía son ricas en mucílago (un tipo de fibra soluble de naturaleza viscosa), fécula y aceite. Estudios recientes han demostrado la importancia del consumo de esta semilla y su valor nutricional dentro de la dieta.

Algunas de las ventajas que ofrece el consumo de chía son las siguientes:

Es una fuente rica de ácidos grasos omega 3: se cree que es la mayor fuente de omega 3 de origen vegetal, más del 60% de los ácidos grasos que contiene provienen del ácido alfa-linolénico (también conocido como ALA, un tipo de omega 3 que solamente se encuentra en plantas). Las semillas pueden comerse enteras o molidas, a diferencia de otras semillas no pierden ninguno de sus nutrimentos al molerse, e incluso los aceites de la chía no se oxidan tan fácilmente por lo que pueden formar parte de las reservas de las “grasas buenas” del cuerpo durante mucho tiempo.

Aportan nutrimentos esenciales: Son ricas en antioxidantes, vitaminas y minerales como el calcio y el manganeso, además de aportar proteínas esenciales (muy importantes en las personas que tienen una dieta vegetariana) y fibra. Una porción de chía contiene hasta 11 gramos de fibra, que satisface aproximadamente el 40% de los requerimientos de fibra diaria en una persona.

No contienen gluten: esta parte es muy importante sobre todo para las personas que sufren de intolerancia a los alimentos con gluten, ya que es una fuente rica en fibra que puede sustituir a los productos derivados del trigo que ayudan a regularizar y a mejorar síntomas de estreñimiento.

Ayudan a controlar el apetito: además de mejorar el proceso de digestión y el tránsito intestinal, produce saciedad. Tienen una gran capacidad para retener agua, lo que permite que se expandan dentro del estómago enviando señales al centro de saciedad en nuestro cerebro indicando que ya no queda espacio para más comida.

Ayudan a controlar la presión arterial y los niveles de colesterol: en estudios realizados en animales el consumo de semillas de chía ha demostrado reducir la inflamación del músculo cardiaco además de prevenir el desarrollo de Dislipidemias, un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Por su bajo contenido en sodio también se recomiendan dentro de la dieta de pacientes hipertensos.

Ayuda a mantener los niveles de glucosa en sangre: algunos estudios en pacientes diabéticos demostraron que después de 12 semanas de consumo de semillas de chía se obtenían cambios positivos en la presión sistólica del corazón, la proteína C-reactiva (un marcador de inflamación) el fibrinógeno (un marcador de la coagulación) y la hemoglobina glucosilada (un marcador de control a largo plazo de la glucosa en sangre)

Las semillas de chía no tienen sabor ni olor, por lo que se pueden consumir solas o acompañando a otros alimentos, la forma más frecuente de consumo es en el “agua de Chía”, que se prepara con limón, azúcar, agua y semillas de chía (que pueden o no estar tostadas). También puede mezclarse con jugos de frutas como naranja, toronja o granada.

Conociendo los beneficios de la chía, entendemos por qué para nuestros antepasados era un alimento tan importante, y que debemos retomar como parte de la conservación de nuestra cultura y gastronomía, así como de nuestra salud.