Visitar Europa es nutrirse con lo mejor del ser humano, con una convivencia plena sin grandes diferencias sociales, en un entorno bello con ciudades pensadas alrededor de la persona.

Hay que aprenderle a Europa que valora ante todo el "bienser", más que el "bienestar". Allá el centro de atención es el ser humano. Se persigue que todos sean ciudadanos en toda la extensión de la palabra, no simples trabajadores ajenos a la cultura. Allá el centro de atención no es la producción, ni el capitalismo a ultranza, ni la televisión comercial que idiotiza a las masas, ni las tiendas abiertas hasta altas horas para vender más. Se inhibe todo aquello que atente contra una sociedad con un estándar de vida elevado para todos. La sociedad europea persigue y logra en gran medida un balance entre el trabajo, la vacación, la convivencia, el aprecio a la cultura y la buena comida y el ocio. Se podrá cuestionar el alto costo que hoy tiene para algunos de estos países, pero el espíritu de enaltecer al humano es una de las grandes aportaciones de Europa a la humanidad. 

Hay que aprenderle a Europa su aprecio por la convivencia. En cualquier ciudad o pueblo verás a la gente en los cafés pasando largas horas en conversaciones profundas. Por eso facebook no tiene la penetración en tiempo que en Estados Unidos, Asia o Latinoamérica. Allá la tele se ve mucho menos. A los amigos se les ve mucho más en la forma que importa: cara a cara, sin prisas, acompañados de una "caña", una cerveza, un buen vino, caminando, en bicicleta o en cualquier esquina junto con mucha gente más. Las conversaciones duran horas, rara vez minutos. 

Hay que aprenderle a Europa su infraestructura urbana diseñada alrededor de la persona, no del automóvil. Allá las ciudades son compactas, para caminarlas, vivirlas y disfrutarlas. Están pensadas para que el ciudadano conviva, se cruce con el otro. En una misma calle caminan muchos, andan en bici otros tantos, algunos van en autobús o tranvía y sólo unos cuantos se mueven en automóvil. El transporte urbano funciona de maravilla. En cualquier pueblo o ciudad llegas a la estación de tren o la plaza principal y convergen en ella las líneas de tranvía, metro o autobús que te llevarán en minutos a tu destino. Irónicamente los países nórdicos a donde el clima es menos amable es a donde la bicicleta se usa cada vez más, vez lo mismo a miles de hombres, adultos mayores, mujeres elegantemente vestidas. 

Hay que aprenderle a Europa el fomento a los negocios y productos locales. Allá Walmart no ha podido entrar en muchos países. Las tiendas y negocios que ofrecen productos hechos en los alrededores abundan. Se crean productos de fantástica calidad con el sello de la región: vinos, cervezas, embutidos, quesos, ropas, decoración, muebles y miles más. Los propios gobiernos diseñan incentivos para que las iniciativas locales no sucumban ante la globalización, la estandarización y la pérdida de riqueza que la variedad local aporta. 

Hay que aprenderle en serio a Europa. No hay lugar en el planeta con mejor calidad de vida en general para sus habitantes. El europeo es un ciudadano pleno que siempre ha estado a la vanguardia en el cultivo al ser humano. ¿Qué más debemos aprenderles?