Ernesto Aroche Aguilar (@earoche)*

José Luis Reyes Ventura llegó a San Martín Texmelucan huyendo de los golpes que su padrastro le propinaba de manera cotidiana en su natal Córdova, Veracruz. El adolescente encontró cobijo o al menos un espacio para dormir en la perrera municipal, y más tarde, pese a no contar con la edad legal mínima, fue contratado por el cabildo de ese municipio entre los años 2002-2005 para trabajar ahí mismo.

Pedro Alonso, reportero del diario Milenio, contó hace unos días que había antecedentes de que Reyes Ventura cargaba consigo huellas psíquicas del maltrato y la violencia que vivió en su infancia que aunado a un trabajo relacionado con el sacrificio de animales callejeros le valió ser canalizado al área sicológica municipal para recibir atención.

Hace unas semanas Reyes Ventura abandonó el anonimato y saltó a la fama cuando a través de las redes sociales se viralizó un video en donde se le observa entrenando salvajemente a perros de pelea utilizando en esos entrenamientos gatos que son destrozados por los canes. Y Reyes Ventura pasó a ser el #matagatos.

Hace unos días el Congreso del estado aprobó, siguiendo el clamor popular, pues hasta manifestaciones hubo exigiendo castigo al personaje, una reforma al Código Penal para sancionar el maltrato animal hasta con cuatro años de prisión.

En esa nueva penalización también se estableció una sanción de cuatro años de prisión a quien organice, promueva o permita que en su propiedad se realicen peleas de perros.

Con la aprobación de la reforma el Congreso aplacó las exigencias de las redes sociales, que atrajeron incluso a personajes públicos como el comediante Eugenio Derbéz –quien a pesar de no ser ciudadano poblano logró lo que pocos poblanos tuiteros consiguen, que el gobernador les responda por esa vía y se inicien acciones para atender su reclamo--, a pesar de que se trata de una reforma limitada que no protege a especies que por siglos han sido torturadas con el beneplácito social: toros y gallos.

Pareciera, pues, una reforma mediática que solo atiende un reclamo provocado por la viralización de un video, pero que no busca, ni de lejos, la conformación de una mejor sociedad a partir de reglas de convivencia ya no solo humana sino integrada con el resto de los seres vivos con los que compartimos la tierra.

Es decir, la tortura y matanza con fines de espectáculo con seres de otras especies, si bien pueden verse como parte de una tradición cultural, refleja una sociedad que sigue sin entenderse como parte de un mundo complejo del que forma parte.

¿Y el maltrato infantil también nos indignará tanto como para organizar manifestaciones pidiendo endurecer leyes? Porque varias de las razones del maltrato animal las encontramos incubadas ahí.

*Acá una nota sobre la iniciativa de reforma a la Ley de Salud que presentó la diputada Ana María Jiménez y que fue aprobada por el Congreso local.

*Director del portal de noticias Lado B