Ernesto Aroche Aguilar (@earoche)*

Al día siguiente de la elección, y ya con los números del PREP que mostraban la victoria por más de 10 puntos del ex secretario de Infraestructura Antonio Gali Fayad sobre el ex rector Enrique Agüera la palabra que más se repitió en los diarios fue: “Arrasa”.

Más allá de si el verbo es exacto o no lo es –la RAE lo define arrasar como “Allanar la superficie de algo” o “Echar por tierra, destruir” –lo que se pasó por alto, consciente o inconscientemente, a la hora de calificar mediáticamente la elección y el triunfo del candidato oficial fue que esta se construyó con apenas dos de cada diez votos posibles, es decir con el aval de dos de cada diez electores inscritos en la Lista Nominal.

Aún no se tienen datos finales del porcentaje de participación ciudadana en la elección, pero se tienen registrados casos extremos, como los documentó ya el portal e-consulta, como el de Tehuacán en el que sólo el 39.8% de la población salió a las urnas. En la capital poblana el porcentaje fue del 44.5%.

Esto significa que en Tehuacán el PRI gobernará el municipio con el aval del 17.9% del total de electores posibles.

Y mientras el porcentaje de población de acude a las urnas sigue en declive, lo que aumenta es el voto nulo, en 1995, la elección intermedia en el gobierno del priísta Manuel Bartlett Díaz, esa histórica elección en la que el PAN le arrebataría por primera ocasión la presidencia municipal al dominante partido tricolor, salieron a las urnas el 56.4 por ciento de los electores inscritos en la lista nominal, de esos 373 mil electores el 3%, es decir 13 mil 81 votantes, anularían su voto.

En 2001, la elección intermedia en el sexenio del priísta Melquiades Morales el porcentaje llegaría al 3.3%. Para 2007 la intermedia de Mario Marín alcanzaría el 3.6 por ciento.

Y aunque se trata de un proceso no comparable, el de 2009, pues no sólo se trató de una elección federal, sino que además se generó un movimiento anulista a nivel nacional con voces de analistas políticos que se pronunciaron al respecto como Denisse Dresser, y un uso intensivo de redes sociales y blogs para replicar la idea planteada en la ficción por el escritor José Saramago en su libro “Ensayo sobre la lucidez”, en Puebla se registró a nivel estado un porcentaje del 7.3 por ciento, y del 11.9 en la capital del estado, ubicándose como la segunda ciudad con mayor cantidad de voto nulo sólo detrás de Morelia, 12.3 por ciento, y por arriba del Distrito Federal, con el 11 por ciento.

Pasada la ola anulista, y en el proceso de 2010, un proceso que generó mucho interés social pues se jugaba la posibilidad de cortar con más de 80 años de gobernadores priístas en la entidad y que registró el porcentaje de participación más alto de los últimos años: 51.3 por ciento, el voto nulo mantuvo su crecimiento en el comparativo de elecciones locales al registrar un porcentaje del 4.6 por ciento, según datos del IEE.

Para esta elección el voto nulo subió a 4.8%, si comparamos procesos electorales similares, es decir elecciones intermedias, podemos decir que el voto nulo pasó de 3.6 a 4.8%. Una señal nada desdeñable que los políticos deberían comenzar a escuchar.

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La noche del domingo el equipo de Antonio Gali Fayad convocó a un mitin para festejar el triunfo del ex secretario de Infraestructura morenvallista en las urnas. Fiel a su costumbre Gali Fayad aprovechó el micrófono para ponerse a cantar, esto escribí en tuiter:

No sé ustedes, pero yo sí quiero y pido más gobierno y menos show de los gobernantes, al final para eso se eligieron.

*Director del portal de noticias Lado B