Ernesto Aroche Aguilar*

Cuenta la historia que “el 16 de enero de 1974 (vecinos de San Baltazar Tetela) entregaron al gobierno federal la cantidad de 250 mil pesos como ‘aportación al programa de Obras Tripartitas de la Secretaría de Obras Públicas’ para la construcción de un puente. Pero hasta el momento sólo hay un anteproyecto ejecutivo y un vehículo conocido en la zona como “La Panga”. El dinero quedó en manos del gobierno”.

Y continúa la historia: “En 2003 Melquiades Morales Flores, ya como gobernador del estado, también aseguraría que la construcción del Puente de Valsequillo era un hecho. Incluso envió a su secretario de Comunicaciones y Transportes, Marco Antonio Rojas Flores, a que anunciara a los pobladores que se contaba con una inversión de 30 millones de pesos para la construcción de los 160 metros de puente. La Opinión publicó el lunes 31 de marzo de ese año que la obra beneficiaría a casi medio millón de poblanos”.

En 2005, Enrique Doger Guerrero recién salido de la rectoría de la BUAP pasó por ahí en su búsqueda de votos. En San Baltazar Tetela prometió que el puente sería construido. Pero tras ganar la elección se olvidó de la comunidad y de su promesa.

39 años después los vecinos siguen esperando que se presupueste y se construya ahí un puente cuya estimación ronda los 70 millones de pesos, su último peregrinaje fue a la Cámara de Diputados para regresar con la negativa en las manos, no, no hay recursos, les dijeron.

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Cuenta la historia que “Elvis Villa y Oscar Bravo viven en Tehuitzingo, un municipio con 11 mil habitantes localizado en la mixteca poblana, a dos horas en auto de la capital del estado. Estudian el bachillerato en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Puebla (Cecyte) y el 1 de mayo pasado se subieron por primera vez a un avión que atravesó el Océano Atlántico y los condujo a Milán, donde participaron en el concurso “I giovani e le scienze 2013” (Los jóvenes y la ciencia 2013), organizado por la Federazione delle Associazioni Scientifiche e Tecniche”.

A su regreso, además del gusto de la pizzas milaneses, se trajeron el primer lugar en el concurso con un proyecto para encender y apagar aparatos electrodomésticos con una llamada del celular.

Su viaje estuvo a punto de no realizarse pues aunque buscaron apoyo lo mismo del presidente municipal, Jesús Alcaide; que de los diputados locales priistas Ernesto Leyva y Filiberto Guevara, e incluso de la presidenta del DIF estatal, Martha Erika Alonso. Nadie les hizo caso. Fue a través de pequeñas colectas y del apoyo de la Coordinación Nacional de Cecytes como reunieron el costo de sus pasajes.

Ah, olvidaba un dato, Elvis es de una comunidad más pequeña, una junta auxiliar de Tehuitzingo y para estar en la cabecera debe trabajar en un taller donde reparan aparatos eléctricos. Elvis quiere estudiar Mecatrónica. Óscar aún no tiene definido su futuro, pero lo cierto es que hasta el momento de becas solo hay algunas ofertas pero nada se ha concretado.

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Cuenta la historia que “en septiembre de 2011 cuando las Secretarías de Infraestructura (SI) y de Administración (SA), a cargo de Antonio Gali Fayad y José Cabalan Macari respectivamente, asignaron a un conjunto de empresas encabezadas por Grupo Técnico Constructor (GTC) –propiedad de Salvador Padilla González— el contrato para la construcción del Centro Integral de Servicios (CIS) lo hicieron bajo la modalidad de Proyecto de Prestación de Servicios (PPS), es decir que corría a cargo y costo de la empresa el financiamiento total de la obra y el gobierno comenzaría a pagar de manera mensual por 23 años, una vez que fuesen ocupados los inmuebles, hasta completar 3 mil 799 millones de pesos”.

“Sin embargo, en marzo de 2012 la dependencia entregó sin licitación de por medio y en modalidad de obra pública un contrato dentro del mismo proyecto para la construcción de los cimientos a una empresa del mismo grupo al que se le adjudicó el PPS  --representada por Salvador Padilla Kroeninger, hijo del dueño de GTC--, por 299.9 millones de pesos, violando con ello el artículo 59 de la Ley de Proyectos de Prestación de Servicios”.

Es decir, contrataron dos veces la misma obra (o una parte de ella) a la misma empresa. El contrato fue firmado por el actual candidato de la coalición Puebla Unida a la presidencia municipal, Antonio Gali Fayad en su calidad de Secretario de Infraestructura, y fue adjudicado por la Secretaría de Administración en ese entonces encabezada por José Cabalán Macari.

Los contrato del CIS, y de la obra dentro del CIS que fue adjudicada sin licitación a Grupo Constructor de Primer Nivel SA de CV –la representada por Padilla Kroeninger—, así como los estudios de supervisión y toda la documentación relacionada fueron clasificados como reservados, es decir que están fuera del escrutinio público. El acuerdo de reserva fue firmado por Gali Fayad, quien de acuerdo con un análisis realizado por el nodo de transparencia de Actívate por Puebla resultó ser el funcionario estatal que más acuerdos de reserva generó a su paso por la administración morenovallista, vamos, el más opaco.

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Parece que los colores no cambian las actitudes de los políticos.

*Director del portal de noticias Lado B