Cuento con la amistad de Anel Nochebuena, directora del IMACP, Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla. No por ello, omitiré los desaciertos que encuentro en el freno cultural que se encuentra nuestra ciudad y estado por culpa de las políticas públicas. Mi amistad no estará comprometida porque ella, no tiene la culpa, ni el hoy electo gobernador Tony Galy, también amigo y lector de mis obras literarias.

Bien podría criticar su desempeño, pero mi conocimiento al respecto de su trabajo está limitado y no puedo emitir un juicio si carezco de información. Pero en la política general hay una culpa que domino y denunciaré, sin duda, como lo vengo haciendo desde hace tiempo.

Nuestra ciudad, fundada el 16 de abril de 1531, apenas 10 años después de la conquista de Hernán Cortés, tuvo un parto más bien casual. Fuimos durande siglos, la ciudad de paso entre la capital y el puerto de Veracruz. Si creció y fortaleció fue gracias a las migajas que el paso obligado traía a los viajeros, otrora andantes y carreteros, que tras los peligros de la noche en Río Frío, hallaban en Puebla la guarida perfecta. Viajes que implicaban entre tres y cinco días de recorrido.

Entretener a los paseantes era una primera forma de ganarse la vida para quienes no contaban con una cosecha o producto artesanal qué ofrecer. Como en el Cervantino de Guanajuato, las calles se veían, en tiempos de la Colonia, vestidas de teatralidad, música y poesía. Puebla se erigió entonces como una capital de la cultura.

Ni todo el desastrozo Siglo XIX con la independencia, la guerra de Reforma, la Batalla del 5 de mayo de 1862 y la instauración de la segunda monarquía, borraron a Puebla su interés por la cultura. Con la paz porfiriana se consolida el crecimiento de distintos espacios culturales formales en Puebla.

Desde el Siglo XVII ya existía el "Corral de las Comedias" en casa de un granjero que con éxito hizo obras de teatro. Al siglo siguiente fue conocido como "El antiguo coliseo" y en 1762 se inaugura el "Teatro Principal". Para el porfiriato del que hablábamos ya era remodelado. Se construye el Palacio Municipal y varias otras construcciones del estilo francés que podemos apreciar en todo el Centro Histórico.

Puebla siguió siendo el centro cultural que con la explosión demográfica de las últimas tres décadas del Siglo XX se desvanecieron de forma terrible. Las autoridades en general han sido demasiado descuidadas con la fuerza y empuje que Puebla tuvo durante toda su historia. Hoy es más importante la vialidad y el turismo baratero de la Estrella de Puebla, baratero en contenido cultural.

El teatro perdió su fuerza, la cultura pasó a formar parte de los anaqueles y de algunas academias universitarias sin mayor empuje. Visito Mérida con regularidad, deberíamos imitarles. Infinidad de eventos culturales de gran valor se presentan semanalmente: conciertos, teatro de calidad, comedia, arte urbano, eventos culturales callejeros los domingos, etc.

Teniendo tantos espacios culturales, hoy se vuelven elefantes blancos de la burocracia. El desinterés generalizado de las autoridades por volver a la cultura una forma de vida, se ha vuelto un contínuo desgaste de los responsables como Anel Nochebuena, por llevar a cabo ruedas de prensa que diariamente realiza, muchas veces, semivacías.

Los medios masivos de Puebla están más interesados en las actividades comerciales y políticas, dejando de lado conciertos, sinfónicas, obras de teatro, para pequeños espacios sin importancia. Las escuelas difícilmente se ven involucradas en dichas actividades. Desgraciadamente algunas, incluso, sólo mueven por interés económico.

¿Qué decir de la escritura? Habemos apenas unos 150 escritores en la ciudad de Puebla. Esta cuna de grandes autores como Sergio Pitol, Ángeles Mastreta, Enrique Cordero y Torres, hoy sólo produce unos cuantos poetas (80%) y muchos menos novelistas (5%). Si pasa por Mérida encontrará al menos mil, y con menos de la mitad de la población.

Mis amigos los libreros sufren en la subsistencia. Quienes promovemos la lectura vemos cerradas las puertas de las escuelas, de los espacios culturales, tenemos que picar piedra para el empuje que se requiere. Así, no pierdo la esperanza de que un día Puebla resurja con ímpetu en su amor por la cultura, las tradiciones, la música popular y artística rondando por sus bellas calles, en lugar de los ambulantes.

Desde luego que hay actividades culturales, sería ingrato no reconocerlo. Pero hay un interés ínfimo de los políticos por impulsarlo. Ese asunto debes ser "cultural" como la corrupción según Peña Nieto. Debiésemos estar mucho más interesados en la cultura que en los puentes y vialidades. Estas últimas surgirían naturalmente sin impacto ambiental en un ambiente más cultural, como sucedió en Guanajuato, que las calles surcan por debajo de los callejones.