En la triste inauguración del tren turístico que pagaremos en 20 años al que una vez más se empeñó el saliente gobernador Moreno Valle, Peña Nieto declaró que esperaba una molestia mayor por el gasolinazo (y los dos que vienen el 11 y el 18 de febrero).

A decir verdad, muchos más esperábamos que los mexicanos no se sometieran a tal política pública abusiva en situación dramática de la economía nacional. Hubiéramos querido una sociedad mucho más participativa. Pero Peña Nieto minimizó lo que en realidad ha sido una molestia generalizada en la entidad poblana y en el país entero.

Sigue creyendo el presidente que el país puede soportar esta difícil situación económica mientras ellos consumen viandas y viajan en helicópteros. La obra de Moreno Valle es una más de las muestras de lo que importa para los políticos mexicanos, pues, endrogando a la ciudadanía ellos se cuelgan las medallas.

Y sí, estamos tan molestos que no podemos creer cómo dice más y más tonterías como que los ciudadanos no están tan molestos con sus decisiones, insiste incluso en que no tenía otra opción que subir los precios de las gasolinas. ¡Claro que tenía otras opciones! Podía evitar destruir el daño patrimonial cultural de la milenaria ciudad de Cholula.

El propio alcalde de la ciudad de Cholula, José Juán Espinoza, declaró que en un acto de congruencia con la molestia por el alza a las gasolinas y el proyecto que destruyó el patrimonio cultural con un excesivo gasto de mil 100 millones de pesos y pasando por encima de los intereses y deseos de los ciudadanos de Cholula.

En congruencia con esa protesta, el alcalde no asistió a la inauguración. En la manta que se encuentra colgada del palacio de gobierno, a espaldas del los funcionarios cholultecas, dice No al gasolinazo, que todos los visitantes de esta emblemática ciudad pueden ver claramente.

Es aquí donde, aunque no todos los políticos son iguales, los megalómanos que algún día retratara Miguel de Cervantes en su Quijote de la Mancha (a propósito del rey Felipe II), esos locos que ven lo que el resto no entiende. Los políticos orates como el quijote creen que hay obras gigantes mientras que los ciudadanos cuerdos como Sancho sólo vemos molinos de viento.