¡Alerta máxima ante una política económica podrida!

 

S.O.S: ¡oh! y ahora ¿quién podrá defendernos?     

                                                                                                              Parte III

 

Por: Jaime Gómez Bretón.

 

                                                                                 Fuente: El Financiero

 

La Realidad Social actual en México.

 

Sun Tzu en El Arte de la Guerra dice: “Quien está disperso en todas direcciones, es vulnerable en todas partes”. Resulta evidente que el tejido social se ha deshilachado fuertemente durante los últimos 30 años. Hay quien dice que esto es consecuencia de la evolución social, pero más bien es al contrario, es consecuencia de una involución social.

 

La involución tiene su origen en el afán y deseo de poder, del egoísmo/individualismo y la soberbia de unos cuantos. El modus es la acumulación de riqueza.  Por ello, controlar la vida social es la piedra angular para lograr ese objetivo y satisfacer el vicio de estas enfermedades. Hay dos caminos para hacerlo: por la acción violenta o por la vía gradual manipulando las mentes.

 

Ya desde hace muchos años que “…no vamos, ¡nos llevan!...y no precisamente adonde quisiéramos ir” como señala el periodista Salvador Borrego. La política no ha sido un medio para servir  y contribuir al bienestar de la comunidad, sino una lucha de poderes. La economía se ha manipulado por medio de crisis, especulaciones, devaluaciones e inflaciones para robarle al prójimo su patrimonio. Los medios de información y el mundo del espectáculo imponen modelos, estilos de vida, idealismos y criterios que beneficia económicamente a la inmensa minoría. Quien controla estas áreas, controla la sociedad.

 

La acción violenta tiene repercusiones muy claras cuando se ejerce; es ruidosa y grotesca. A lo largo de la Historia se puede ver con tantas guerras, levantamientos, revoluciones y represiones. La que es sutil, silenciosa y más efectiva, en la mayoría de los casos, es la ejercida a través del “lavado de cerebro” a la opinión pública. Para llevar a cabo esta última lo primero es atacar y destruir a la célula social: la familia. Así quedarán dispersos sus miembros y serán presa fácil de lo que se les pretenda imponer; se aplica el famoso “divide y… ¡vencerás!”

 

La disolución familiar se lleva a cabo arrebatando a sus miembros los valores sociales, morales y espirituales para hacer ver y creer que está bien lo que está mal. Una manera ha sido creando necesidades superfluas e innecesarias para estar a la moda y lograr la aceptación de grupo y estatus social: “vales por lo que tienes, produces o consumes”. Imponer la necesidad social y económica de sacar a la mujer del centro de la unión familiar se ha llevado a cabo para que los medios de comunicación y tecnologías de información “eduquen” a sus hijos e hijas.

 

Debemos preguntarnos si lo que pensamos, decimos y actuamos en sociedad es propio; es decir, producto de un convencimiento acorde a nuestras convicciones, valores, proceso reflexivo y pensamiento crítico con argumentos bien fundamentados; o más bien es impuesto por otros. Se dice que “La estatura moral de una persona se mide por las palabras que pronuncia y por las ideas que profesa”.

 

Se pretende que vivamos y actuemos como clones: no pensar, sino responder por inercia según lo programado, decir lo mismo; vestirnos igual; desear los mismos bienes materiales; hablar con vulgaridades sin respeto a uno mismo, ni al prójimo, ni a Dios; promover la superficialidad, lo inmediato, la falta de voluntad, esfuerzo y compromiso, el hedonismo y el narcisismo entre otros tantos anti-valores.

 

Si compramos la idea de ver al otro como un competidor, como alguien sobre el que tenemos que pasar por encima, que estorba y al que se puede usar y desechar como cosa; si compramos la idea de que éxito es acumular riqueza sin importar los medios para logarlo despreciando la moral; si compramos la idea de que ser líder es ser el más importante, sinónimo de prepotencia e iluminado, el primero de todos que acarrea mensos y al que se le rinde culto; entonces por eso tenemos la sociedad en decadencia que vivimos hoy en día.

 

Lo anterior nos lleva a deducir que las principales consecuencias sociales que México enfrenta son: la violencia, los efectos devastadores del cambio climático y el atasco de la educación.

 

La humanidad ha afectado el clima del planeta, la composición química de los océanos, los hábitats terrestres y marinos de millones de especies, la calidad del aire y los ciclos del agua.

 

El neoliberalismo promueve la explotación irracional de recursos naturales seguida de un consumismo voraz: “hoy riqueza, mañana que se ocupen otros”.

 

Los Tratados y Convenciones Internacionales de poco sirven, pues quienes más explotan y contaminan tienen el poder para imponer condiciones que ellos mismos se resisten a cumplir.

 

Tristemente nos estamos acostumbrando a observar la violencia como algo normal y que tiene valor sólo como un mero dato estadístico. Lo mismo pasó y persiste hasta hoy con el problema de la pobreza.

 

Las víctimas de la violencia criminal en los últimos siete años han sido de 80 mil según el secretario de Gobernación. En México hay 23.4 asesinatos por cada 100 mil habitantes (OCDE). La estrategia del Gobierno para combatirla desde el sexenio pasado no ha funcionado. Se ha destinado en promedio medio billón de pesos anuales en esta lucha; el consumo de drogas sigue en aumento al igual que las muertes y desapariciones de hermanos nuestros. La corrupción, impunidad y violación a los derechos humanos caracterizan el entorno violento del país.

 

En cuanto a la educación simplemente estamos atascados en la mediocridad, desde el hogar hasta los niveles más altos de las relaciones humanas en comunidad. No podemos hablar de ser civilizados cuando la falta de respeto, de valores cívicos, de buenas costumbres, “la ley de la selva” y la prepotencia son nuestras formas constantes y cotidianas de convivir con los demás.

 

El consumo desmedido y las adicciones forman parte de nuestra “dieta” diaria. México es el mayor consumidor de refresco en el mundo. El consumo per cápita es de 163 litros al año, en Estados Unidos es de 118 según la Universidad de Yale. Una sola botella de refresco de cola de 600 mililitros contiene 252 calorías, lo que equivale a 12.5 cucharadas cafeteras de azúcar. Esto es lo que se le da a nuestros niños y niñas. Los problemas de obesidad y diabetes son causa principal de muerte en México.

 

En el 94% de los municipios del país no hay librerías y el índice de lectores de libros es uno de los más bajos de América Latina. En México se lee medio libro per cápita al año. Sólo el 2% de indígenas van a la Universidad.

 

En la evaluación de la prueba Enlace ocupamos los lugares más rezagados en cuanto a Matemáticas y Lengua Castellana. 7.5 millones de estudiantes no tienen acceso a la Universidad cada año y los que egresan no consiguen oportunidades dignas de empleo; razón por la que el 80% se desempeña en otras labores distintas a las de su profesión, emigran al extranjero, se van a la informalidad o crimen organizado.

 

El problema de la educación no es por falta de recursos sino por la corrupción que existe en el sector y por la falta de preparación, información y materiales en cantidad y calidad.

 

Parte de nuestra realidad económica, política y social se ha venido describiendo a lo largo de estas columnas. Retomar la frase “hay que conocer nuestra realidad para poder transformarla” es vital para emprender el nuevo rumbo.

 

El camino es cuesta arriba pero no imposible. Benedicto XVI nos invita a “nadar contra corriente”. La esperanza, la fe, el amor y la acción concreta son las virtudes con las que contamos.

 

Muchos esfuerzos sociales y ciudadanos trabajan arduamente por la paz, el desarrollo sustentable y la educación. ¡Somos nosotros quienes podremos defendernos! Sumémonos cada uno siendo piedra angular de nuestro entorno familiar, laboral y social para heredar a las nuevas generaciones un planeta digno para vivir y ser felices.

 

                                                                                                                                       FIN

 

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