¡Alerta máxima ante una política económica podrida!

S.O.S: ¡oh! y ahora ¿quién podrá defendernos?     

                                                                                                                             Parte II

                   Por: Jaime Gómez Bretón.

                                                                                                      Fuente: El Financiero

La Realidad Política actual en México.

Dice el príncipe de Salina, el personaje de la novela de Guiseppe Tomasi di Lampedusa, en la Italia garibaldina: “Es necesario que todo cambie para que todo permanezca igual”. Esto es lo que ha pasado con la política mexicana a lo largo de su historia desde que se conformó como nación “independiente”.

Aparentar cambios, para adaptarse y manipular con acción gradual a la población según las circunstancias de la época, y así pretender seguir en lo mismo, ha sido la panacea de siempre. Sin embargo, existen límites.

Ciertamente la manera de ejercer la política en México carece de toda credibilidad. La ingobernabilidad; la falta de un Estado central fuerte que vele por la soberanía y seguridad nacional, aplique y respete  el marco legal (Estado fallido)  y una pluralidad de poderes “a medias” son algunas de las características principales. Esto sin nombrar el cáncer de la corrupción y la impunidad que caracterizan a las débiles instituciones públicas.

El sistema político mexicano es una especie de híbrido. Es un sistema mixto caracterizado por elementos de carácter autoritario y democrático a la vez. Curioso pues son dos conceptos contradictorios entre sí.

Existe tal polarización en la vida del país que hablamos de dos Méxicos que conforman una sola nación en un mismo territorio. Por un lado, el de la cúpula gubernamental y un puñado de empresarios influyentes del régimen; y por el otro, el de la población en general o llamado también “pueblo de México”.

Polaridad política, donde la partidocracia y plutocracia buscan sus propios intereses en vez de establecer la concentración y convergencia en pro del pueblo de México. No hay representatividad. Las leyes las manipulan y son para beneficio de monopolios y oligopolios. Se cambia de partido político como de equipo de fútbol según “convenga”.

Polaridad económica, donde México ocupa los primeros lugares en desigualdad, inequidad e injusticia.

Polaridad social, donde la mínima clase alta acapara el 99% de la riqueza, la media la va pasando con dificultad  y va desapareciendo, y la baja, hambrienta, que es la mitad del país ni siquiera tiene fuerzas para quejarse.

En época de elecciones, los candidatos a diputados y senadores se ponen dizque “de tapete” ante la ciudadanía y electores buscando sus votos fingiendo una democracia. Una vez en el poder, se ejerce el autoritarismo usando “de tapete” a la misma ciudadanía para pisotear sus derechos y garantías en busca de sus propios beneficios e intereses. Prácticamente ninguno de ellos vuelve a visitar a los electores y distritos que supuestamente representan para conocer sus necesidades y proponer iniciativas a su favor. El sufragio efectivo pierde trascendencia a esta instancia.

Probablemente, la política en México es lo que causa más repulsión, pues va haciendo trizas la economía familiar y la esperanza de construir un mejor país para todos. El Latinobarómetro es una organización que mide el grado de satisfacción de los países latinoamericanos con su democracia. En 2011 los mexicanos manifestaron ser los más insatisfechos del subcontinente: ¡el 73% no está satisfecho! Y además es el más indiferente hacia la democracia en toda América Latina (36%).

La participación ciudadana se limita únicamente al día de las elecciones; el voto es el único contacto con la democracia.  Fomentar el pensamiento crítico y participación ciudadana es crucial en esta época.

Datos de 2011, México pasó de 197 millones de actos de corrupción a 200 millones. Se erogó en promedio $165 pesos por “mordida”. El costo económico de la corrupción rebasó los 32 mil millones de pesos según Transparencia Mexicana mediante su Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno. En 2012 ocupa México el lugar 105 de 176 países corruptos.

Benjamín Hill Mayoral ha propuesto un decálogo ciudadano contra la corrupción bastante interesante:

• Conoce tus derechos.
• Respeta las reglas.
• Predica con el ejemplo.
• Identifica los actos de corrupción.
• ¡Ya no más mordidas!
• Papeles en regla.
• Planear para prevenir.
• Denuncia la corrupción.
• Participa en el mejoramiento de tu comunidad.
• No pierdas la convicción.

En cuanto a los salarios de los políticos habría que preguntarse por qué tienen que ganar esas cantidades exorbitantes y fuera de toda realidad en relación con la situación económica del país. Se supone que están en el puesto para servir y no para servirse de la riqueza que la clase laboral genera. Los nueve partidos políticos en realidad fungen como instituciones extractivas. No contribuyen a la generación de riqueza. Son un gran negocio.

Un político se embolsa en promedio al mes un total cercano a $250,000. No paga impuestos porque paga la Cámara. Tenemos: un presidente, 500 diputados y 128 senadores más 32 gobernadores; 1,245 diputados estatales, 2,450 alcaldes, 31,110 regidores, varios cientos de jefes de departamento, de direcciones e institutos. Sumemos además al mastodonte del IFE, Trife (con sus ifitos en cada Estado), jueces y magistrados.

La cuenta es interminable, nos cuesta miles de millones pesos a los contribuyentes. Todo es gasto corriente, improductivo.  Y esto en un país donde la mitad de la población es pobreza absoluta. Los salarios los ponen ellos mismos; comparemos con el salario mínimo, que también ponen ellos, el más alto zona geográfica A: $67.29 al día; es decir, $2,045.62 al mes trabajando ocho horas diarias; hay congresos que sesionan ¡un día a la semana! Y a quien no le da la gana no asiste y no pasa nada.

Una burla y cinismo lo que dicen algunos políticos que $7,000 mensuales es un salario digno. Estaría bien que ese fuera el salario de todos los servidores públicos, ¿aguantarían siquiera una semana? Si su salario fuera el promedio que reciben los profesionistas ¿cuántos se meterían a la política realmente?

Involucrar y hacer participe a la sociedad en asuntos públicos es lo que en otros países ha logrado verdaderas reformas en pro del bienestar social. Implica romper el círculo vicioso pues del gobierno no va a venir la solución.

                                                                                                                                  Continuará…

Usted puede encontrar más columnas en Andara Puebla www.andarapuebla.com