En mayo de este año el gobernador Rafael Moreno Valle anunció que se crearía una ciclovía en la vía Atlixcáyotl. En julio la administración estatal presentó el proyecto y dio inicio a las obras en el camellón de dicha vialidad. La ciclovía tendrá una longitud superior a tres kilómetros y un costo de más de 60 millones de pesos, haciéndola la ciclovía más cara que se ha hecho en el país, con un promedio de 20 millones de pesos por kilómetro. 

El gobernador mencionó en una entrevista realizada durante la presentación del proyecto que espacios para quienes salen a pasear o se transportan a sus trabajos en bicicletas “son necesarios y hacen falta”, declaración que me hace ruido por algo que contaré más adelante. 

Desde finales de julio empezaron a construir lo que parecen ser los límites de los carriles, que tienen una especie de guarnición de cemento, desde la atlixcáyotl y periférico, hasta el Centro Integral de Servicios. Sin embargo, a mediados de agosto empezaron a levantar unos postes, que resultan ser nada más y nada menos que la base de una serie de puentes que conectarán a la ciclovía con puentes peatonales, con el parque lineal y que aparentemente elevarán el paso por encima de algunos cruces, como el de Cúmulo de Virgo y la Atlixcáyotl, justo frente al Complejo Cultural Universitario. 

Dado que no he encontrado muchas fotos de las obras, ni notas en general, este fin de semana decidí salir a caminar y a tomar fotos, y la experiencia fue la siguiente: 

¿Puentes elevados? ¿para una ciclovía? Sí, como lo leyeron. El gobierno de Puebla contrató a un arquitecto que aparentemente piensa que nos encanta hacer ciclismo de montaña, y que una serie de puentes sería una excelente idea para satisfacer las necesidades de los que no podemos ir al monte seguido. También, resulta que pasará por encima de cruces importantes de calles, para que los ciclistas no le estorben a los automóviles que pasan por debajo —misma lógica que los puentes peatonales— por lo que un ciclista que venga de otra calle no podrá incorporarse a la ciclovía sino hasta varios metros más adelante, en las secciones donde estos puentes bajan a nivel de calle, pero para poder hacerlo, el ciclista tendrá que atravesar seis carriles donde los automóviles viajan a 80 km/h. 

¿Y las alternativas para transporte? Por la ostentosa obra, la ubicación y la falta de funcionalidad, me atrevo a decir que sólo será utilizada para fines recreativos, y que en realidad muy poca gente estará circulando sobre ella y sobre sus monstruosos puentes. ¿Y las personas que van a trabajar en bicicleta, que no son pocas? ¿los estudiantes que a veces nos movemos en bicicleta para ir a nuestras escuelas? 

Lamentablemente, en el afán de levantar estos puentes, han sido mutilados y arrancados muchos árboles. La idea de utilizar una ciclovía es brindar una alternativa de transporte que contamina radicalmente menos que el automóvil, reduciendo la huella de carbono, por lo que cortar árboles para hacerlo me parece una verdadera abominación y una tarea contraria a lo que una ciclovía persigue. Asimismo, dilucida algo que para muchos ya es obvio, que es la posibilidad de que al gobierno del estado no le importe para nada el medio ambiente, o la movilidad y habitabilidad de la ciudad, y lo que pretenda es hacer obras "grandes" para que la gente piense que "al menos están haciendo algo" en vez de robar dinero. Fines electoreros, algunos podríamos sospechar. 

Para acabar de arruinar la posibilidad de hacer la Atlixcáyotl un poco más transitable para otros medios, resulta que justo en la esquina de Cúmulo y Atlixcáyotl se pretende construir otro puente para automóviles más, cuya utilidad aún no ha sido revelada, pero que seguramente, de ser construido, generará mucho más tráfico del que ayudará a solucionar, pues tal como plantean Luis Miguel Galindo, David Ricardo Heres y Luis Sánchez, del Colegio de México, en su estudio "Tráfico inducido en México: contribuciones al debate e implicaciones de política pública": 

[...]El conjunto de resultados obtenidos implica que la ampliación de la infraestructura vial viene asociada a un aumento menos que proporcional del tráfico, pues se disminuye momentáneamente la razón de uso de las vialidades que, paulatinamente, se va incrementando. De este modo la ampliación vial genera en el corto plazo una mejora en el servicio que tiende a deteriorarse con el tiempo. Esta mejora en el servicio debe sin embargo evaluarse con referencia a los costos que implica en el largo plazo una opción de desarrollo urbano que privilegia el uso del automóvil como medio de transporte en contraposición a otras alternativas". 

Así, vemos que en realidad se está cayendo en un error grave en la infraestructura de la ciudad, que supuestamente beneficiará a más de un millón de poblanos y poblanas, tal como el segundo piso de la autopista México-Puebla o el distribuidor de la 31 y Blvd. Atlixco. Y lamentablemente los pocos aciertos, como esta ciclovía o la ciclovía de la 25, son abandonados o pervertidos para seguir haciéndole lugar al automóvil. Lo más preocupante de todo es que no he visto a un solo medio poblano* cubriendo este tipo de cosas, y la mayoría de la población mira las obras sin crítica alguna. Nos espera un futuro lleno de tráfico, contaminación y accidentes viales si no hacemos algo desde ahora. 

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*Fe de erratas: La gente de Ladobe sí ha cubierto el tema, y aquí hay una nota al respecto. Ojalá más medios se den a la tarea. 

@dobbyloca