(De la serie ConcienciaDespierta)

¿Por qué el objetivo de tantas personas es tener más dinero? Parecería que estamos programados para eso, como si fuera un objetivo integrado en nosotros por default. Podríamos clasificar la visión que la gente tiene del dinero en tres formas. Primera visión “quiero tener más dinero para ser más rico”, segunda visión “quiero tener más dinero para obtener más cosas y experiencias”, tercera visión “el dinero es una consecuencia de las cosas que hago”. Casi siempre se tienen estas visiones respecto al dinero de manera inconsciente.

La primera visión “quiero tener más dinero para ser más rico” es peligrosa. Aquí el dinero se ve como un fin; tener dinero por tener dinero (y obviamente “poder”). El individuo no sabe exactamente para qué acumula, podrá justificarse pensando que es para estar seguro, o para crear un patrimonio, pero realmente está en una competencia que, aunque sí puede alimentar su ego, en realidad no tiene sentido pues siempre habrá alguien con quién compararse que lo hará sentir que aún no ha ganado. Lo peligroso de esta visión es que carece de sentido, los que ven el dinero como un fin, lo obtienen sin importar los medios: robar, corromper, engañar y hasta matar son acciones validas con tal de obtener el resultado.

La segunda visión “quiero tener más dinero para obtener más cosas” es una visión más elevada. Al menos aquí se ve el dinero como un medio y no como un fin. Se entiende que un trabajo honesto en el que se es constante o una empresa bien manejada trae consigo buenas ganancias, y esas ganancias se pueden cambiar por coches, casas, viajes, muebles, ropa, gadgets y un sinfín de cosas que nos esperan en el anaquel. También obtenemos seguridad, para uno mismo y para la familia, educación privada y buenos hospitales, entre otras cosas. Quizá no sea el mejor trabajo, tal vez lo que hacemos no nos apasiona tanto, pero vale la pena.

La tercera visión “el dinero es una consecuencia de las cosas que hago” es la visión de los que no le dan tanto peso al dinero, y sin embargo lo generan. ¿Qué tanto generan? Normalmente ellos lo deciden, de cierta manera equilibran el nivel de responsabilidad que quieren adquirir con las ganancias obtenidas. En el fondo creo que a todos nos gustaría estar aquí. Para los que vivimos en una sociedad capitalista en donde se pueden emprender una infinita cantidad de ideas (ya sea en una organización propia o en un ajena) tener esta visión, y vivirla, sí es posible. Si tenemos el coraje para realmente definir qué es lo que nos apasiona hacer y tenemos el valor para sí hacerlo, basta agregar un poco de conocimiento, planeación, organización y constancia para que las buenas ideas, esas que vienen del corazón, nos comiencen a generar dinero.

Tener esta última visión, también nos acerca a los frutos de las primeras dos visiones; hago lo que me gusta, obtengo dinero, lo intercambio por cosas y experiencias, y tal vez sin darme cuenta me voy haciendo rico. Aunque no sea ese el objetivo final, quizá lo alcance y muy probablemente use el dinero para seguir haciendo más de lo que me gusta. Entonces se crea un círculo que no sólo puede generar más dinero- sino más ideas, más impulso, más crecimiento, en fin, más abundancia de la buena. Ojala todos los ricos y poderosos hubieran llegado a esa posición a través de este camino, y no a través de la ambición sin sentido. Cuando no hay sentido detrás, es cuando el dinero se desperdicia en lujos innecesarios, en forros que darán una falsa autoestima y un sentido de pertenencia a quién sabe que grupo de quién sabe que gente.

Siendo honestos, quizá todos hemos tenido las tres visiones, hemos ido de una a otra dependiendo de las experiencias que hemos tenido, pero sobre todo dependiendo del nivel de entendimiento y sabiduría que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas. En mi caso me muevo entre la segunda y tercera visión. A veces siento que hago lo que me apasiona y otra veces siento que trabajo para obtener lo que el dinero puede comprar (ya en esta posición al menos trato de encontrar sentido en lo que compro y estar consiente de porqué lo hago, y sobre todo trato de disfrutarlo mucho).

Tal vez si actuamos como si tuviéramos por completo la tercera visión, un día nos daremos cuenta que en verdad la estamos viviendo; obviamente después de haber recorrido un camino interesante, con algunos obstáculos seguramente, pero obteniendo mucho aprendizaje y sobre todo goce y satisfacción –y por lo tanto felicidad- conforme nos acercamos a la meta.