Es sabido por todos el grado de descuido que sufrimos todos los usuarios de la vía carretera de este país con reparaciones mal señalizadas, carreteras de pésima calidad, autopistas caras que lejos están de brindar el servicio que deberían, sistemas de prepago de baja calidad y que muchas veces empeoran en lugar de agilizar el tráfico de cruce por las casetas de peaje, y así, muchas más.

Si ya contamos con razones de sobra por las cuales nuestras carreteras son deficientes, en estas fechas decembrinas, la red que comunica con la capital de país se desquicia y gracias al fervor religioso de la mayoría de los mexicanos, pocos podemos ver el gran atropello a nuestros derechos debido a una de las movilizaciones de personas más numerosas en el mundo. Con más de 6 millones de personas, ésta es la festividad a la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México.

Peregrinos en una autopista de peaje invadiendo sin la mínima precaución uno o dos carriles, ¿y los que pagamos una cuota por una carretera en buenas condiciones, rápida y segura? La respuesta es la de siempre, nosotros no importamos, como no viajamos en caravanas de cientos de automóviles organizados, pues nadie se preocupa por voltear a ver y preguntarse ¿no estaremos violando sus derechos al mandarles a miles de personas en la carretera? Los peregrinos son un peligro en las carreteras, ocasionan accidentes, ocasionan tráficos impresionantes en las casetas de peaje y al ser parte de la religión predominante en el país, son básicamente intocables.

¿Mi propuesta? Ahí están las carreteras federales, debería prohibirse que grandes grupos de personas tomen a pie las autopistas velando por los derechos de los que sí pagamos, sólo eso, respetar a los que desembolsamos una cantidad a cambio de una vía segura, rápida y sin ese circo que se ve en estos días. Hasta aquí mi opinión, aclaro, mi opinión.