Poca atención pública recibió el reporte emitido por Greenpeace acerca del estado actual de los ríos Lerma y Atoyac (PDF). La investigación, presentada en Puerto Vallarta durante la visita del buque Rainbow Warrior a tierras mexicanas, evidencia el grave problema de contaminación de nuestro río, en cuyo afluente se detectaron componentes orgánicos y metales pesados que ponen en riesgo la salud de los poblanos.

Desde 2010, el río Atoyac se convirtió en uno de los ejes centrales sobre medio ambiente en la ciudad de Puebla. Fue la organización civil "Dale la cara al Atoyac" la que puso el tema dentro de la agenda pública entre 2010 y 2011, a través de acciones de rescate y jornadas de limpieza. El impulso que dieron sirvió para que el gobernador Rafael Moreno Valle lo considerara como una de sus prioridades en ecología.

El gobierno estatal trazó un ambicioso plan para el rescate del Atoyac, el cual consistía en la instalación de plantas de tratamientos y la creación de un área verde aledaña a las orillas del río: el Ecoparque Metropolitano. Además, la construcción del parque tendría un segundo propósito: recuperar los terrenos vendidos durante la gestión de Mario Marín al empresario Ricardo Henaine, matando dos pájaros de un tiro.

Desafortunadamente, el resultado no fue el óptimo. El atraso en las obras del Parque Metropolitano (inaugurado el 4 de mayo de 2012 por el presidente Felipe Calderón) provocó la ira del gobernador contra la secretaria de Medio Ambiente, Amy Camacho. El distanciamiento terminó en un divorcio que no sólo habría devenido en la renuncia de la funcionaria, sino que desde ese momento, la agenda ambiental en Puebla pasó a ocupar un segundo o tercer plano en las prioridades -y con ella, el proyecto de rescate del Atoyac-.

Hay más: con el tiempo, se evidenció que el gobierno privilegió la forma sobre el fondo. Sí, se creó un área verde extensa e importante con el Ecoparque Metropolitano, pero las plantas de tratamiento del río nunca funcionaron como deberían. Entre 2012 y 2013, estas instalaciones estuvieron inactivas durante un periodo de casi 20 meses. Mientras que la inversión del Ecoparque alcanzó los 350 millones de pesos, en las plantas tratadoras el proyecto se estancó por un problema legal con la empresa francesa Degremont. 

El resultado es contraproducente. De acuerdo con el estudio de Greenpeace, los componentes nocivos disueltos en el Atoyac generan un riesgo potencialmente cancerígeno no sólo por el contacto con el agua, sino que algunos son dispersables en el aire. Es decir, el Ecoparque Metropolitano -pensado como un espacio de espación y recuperación- podría convertirse en un foco de infección para miles de poblanos que visitan el parque (¡y qué decir de los asentamientos irregulares en torno al Atoyac; un número desconocido de viviendas a escasos metros del afluente!).

A la mala planeación del tratamiento de aguas hay que sumarle la negligencia de las empresas que siguen vertiendo sus residuos en el caudal y la falta de multas y sanciones para quienes incurren en este delito ecológico. Se estima que son más de 400 empresas en Puebla y Tlaxcala las que contribuyen con la contaminación del río.  

Por eso es importante escuchar el informe de Greenpeace. Por eso es importante recordar las promesas hechas en campaña sobre un río limpio. Por eso hay que exigir. Porque cuando el río suena, es que mucha porquería lleva. 

Pepe Flores (@padaguan) es director de la oficina de México en Betazeta Networks. Blogger, editor de libros y locutor, ha trabajado para medios en línea como Hipertextual y Yahoo! México. Coordina las actividades de Wikimedia México en Puebla, impulsa la iniciativa Open Data Puebla y cursa la maestría en Medios Digitales en la UDLAP. Ganador del Premio de Periodismo Cuauhtémoc-Moctezuma 2013 en artículo de opinión.