La frase “las penas con pan son menos” tiene mucho de verdad; a menudo cuando nos sentimos deprimidos o agotados por las presiones del trabajo e incluso por problemas personales es probable que nuestros niveles de serotonina y dopamina estén por debajo de sus concentraciones normales.

La Serotonina es mejor conocida como la sustancia de la felicidad y junto con la Dopamina intervienen en la mejoría del estado de ánimo y la actividad física así como la modulación del estrés.

Comer lo que nos gusta hace que se estimule la liberación de endorfinas y se genere un sentimiento de placer que concluye con la mejoría del estado de ánimo. Sin embargo, a veces lo que nos gusta, en cantidades mayores a las recomendables puede hacernos más mal que bien.

La serotonina se sintetiza a partir del triptófano, un aminoácido muy abundante en las espinacas, espárragos, frutos secos (almendras, pistaches, piñón), plátano, fresas, naranjas, papaya, arándanos, manzana, lácteos, carne de pavo, lentejas, setas y en cereales principalmente de trigo, centeno y avena.

La dopamina se sintetiza a partir de la fenilalanina, otro aminoácido que podemos encontrarlo en alimentos ricos en proteínas como el huevo, pescado y los lácteos, también abunda en los espárragos, garbanzos, soya, lentejas y cacahuates. La fenilalanina también se encuentra en combinación con el aspartame formando un edulcorante artificial en muchos alimentos dietéticos y bebidas refrescantes.

Tanto el triptófano como la fenilalanina son aminoácidos esenciales, esto significa que nuestro cuerpo no tiene la capacidad para producirlos a partir de cualquier otro sustrato; por esta razón es necesario ingerirlos a través de los alimentos y de preferencia a partir de aquellos alimentos donde sus concentraciones son mayores.

Es importante mencionar que existen trastornos de ansiedad y depresión cuyo tratamiento no puede ser únicamente a través de la alimentación porque requieren una mayor cantidad de estos neurotransmisores derivada de la cronicidad del trastorno. En estos casos es importante acudir al médico y tratar estas enfermedades, porque en ocasiones creemos que dependen de un estado de ánimo o de la fuerza de voluntad de la persona y puede ser una deficiencia en la cantidad o en el funcionamiento de estos neurotransmisores.