Este invierno hemos enfrentado fríos extremos en el norte del país, así como lluvias y nevadas donde hace años no se presentaban. En las noticias vemos escenas de inundaciones en el sureste y nos dan las cifras de las personas hospitalizadas y fallecidas por causa del frío. Mientras vemos estas escenas nos lamentamos y nos preguntamos ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué a México?

En estos casos parece que nos estamos haciendo las preguntas incorrectas. La pregunta debe ser ¿Por qué están sucediendo estas cosas? Respuestas pueden haber millones. Desde los que creen en la teoría del calentamiento global, los que creen en los cambios climáticos naturales de la tierra, hasta los que piensan que estas son cosas que pasan y ya. El caso es que, en definitiva, nosotros somos parte del problema.

Las inundaciones que vemos en Tabasco, como cada año, se deben a muchas otras cosas además de las lluvias torrenciales. Comenzando con la pésima planeación de las ciudades donde entubamos ríos y llenamos de asfalto la tierra que absorbe el agua. Los ríos, aún entubados, siguen su cause y la lluvia respeta dicho cauce. Así que, a pesar de que donde hubo un río ahora hay una calle el agua busca su camino original. A esto debemos sumar la basura que dejamos en las calles, misma que  tapa las coladeras y provocan que el agua se acumule.

En cuanto al frío, es lógico que estamos rompiendo con el equilibrio entre vegetación  y agua. Una se encarga de nutrir y hacer crecer y la otra se encarga de absorber. Dos más Dos. Esto cambia la temperatura del planeta y provoca el deshielo de los glaciares que a su vez incrementa la temperatura del agua en los océanos subiendo así la temperatura de la tierra.

Nos quejamos del frío, de las inundaciones y de los inconvenientes que se generan a partir de éstos, pero no nos damos cuenta de nuestra responsabilidad dentro de este proceso. Votamos por candidatos que prometen puentes y carreteras pensando que eso es progreso, pero no nos damos cuenta de que este proceso nos ha llevado precisamente a donde estamos.

¿Por qué no pensar en un desarrollo sostenible que nos brinde beneficios no a 5 o 10 años sino a 30 o 50? ¿Por qué no romper con el cortoplacismo mexicano y los parches que ponemos a todo? ¿Por qué no pensar y trabajar por el México que nos merecemos y queremos?