El Presidente Peña Nieto, en el marco de la celebración de los 25 años de CONACULTA, puntualizó la importancia de la cultura para reconstruir el tejido social y con ello disminuir la violencia que se está viviendo en el Estado de Michoacán.

Definitivamente comparto su visión de querer implementar programas culturales en el país, pues diversos especialistas han llegado a la conclusión de que la educación y la cultura son la garantía para tener un verdadero desarrollo y  una mejor calidad de vida.

Lo que me parece extraño es que hace unos meses, cuando el Ejecutivo Federal envió su propuesta de Ley para el Presupuesto 2014, planteó una reducción significativa en diferentes rubros de este ámbito para que, lo que se ahorrara, se invirtiera en seguridad.

Al parecer, hoy se invierten los papeles y el Presidente se dio cuenta de que invertir en cultura, quizás le hubiera salido más barato, en costo político, y hubiera generado un mayor bienestar social para la ciudadanía, más que pretender que con una estrategia “ficticia” se iba a resolver el problema.

Él hubiera no existe y por desgracia la ciudadanía en Michoacán está sufriendo las consecuencias de la mala toma de decisiones de muchos políticos, a los que, al parecer, no les ha caído el veinte de que gobernar no es,  ni debería ser, una utopía.

El problema de México es que siempre preferimos pagar más caro “el caldo que las albóndigas”, puede ser porque nos cuesta trabajo afrontar los problemas, por nuestra mentalidad o porque es mejor echarle la culpa al otro de lo ocurrido antes que decidir hacer algo.

Vivimos en un país gobernado por la inacción de la clase gobernante; pues, hacer algo podría representar perder votos para las próximas elecciones, y no hacer nada, sólo con un poco de maquillaje, puede esconder los problemas de las miradas.

Me queda claro que el Presidente tuvo buenas intenciones cuando decidió mandar ese presupuesto, pero no existe mayor prueba que los hechos para demostrar que fue una estrategia equivocada.

Espero que el discurso no sólo se quede en eso y cuando este año tenga que mandar su propuesta para la Ley de Egresos contemple los errores cometidos y los subsane, pues eso se llamaría coherencia entre el decir y el hacer.

Eso no lo podemos garantizar, pero lo que sí podemos hacer es, como  opinión pública, no quitar el dedo del renglón y buscar, unidos como sociedad, que nuestro Presidente no se olvide de lo que en su discurso mencionó.

Ojalá que así sea…