Nuestro país está atravesando por uno de los mayores problemas de seguridad de su historia reciente.  Desde hace ya varios sexenios, en todo el territorio nacional, pero en especial en algunas entidades del país, la criminalidad ha ido en aumento, lo que muestra cada vez menos eficiencia del Estado Mexicano para enfrentar al crimen organizado, pues, sin importar  el color del partido, no ha habido cambios sustanciales que beneficien a la seguridad de la ciudadanía.

Cada vez es más recurrente escuchar que se confía más en las autodefensas que en la propia protección del Estado, pues las fuerzas federales, estatales y municipales han sido rebasadas.

Este problema no se gestó de la noche a la mañana, lo grave es que el rubro de seguridad lleva años mostrando focos rojos que no fueron atendidos adecuadamente ni en tiempo, ni en forma. La violencia que se vive en México, y en especial la que se vive en el Estado de Michoacán, no tiene nada que ver con los gajes del destino, ni mucho menos.

Esta situación se pudo haber prevenido y creo que no existe frase más acertada en este momento que la de: “es más fácil prevenir, que lamentar”, y hoy estamos viviendo las consecuencias de no haberlo hecho.

El desempleo, la desigualdad social, la falta de oportunidades, los empleos mal pagados, el deficiente sistema educativo, la falta de inversión en el campo mexicano, entre muchas otras cosas, han provocado lo que estamos viviendo.

Si pensamos que la violencia sólo pasa porque sí y no analizamos de fondo sus causas, estamos condenados al fracaso, porque sólo  estaríamos intentando resolver lo que aparece en la superficie, sin entender las consecuencias del resquebrajamiento familiar y por supuesto del estado de necesidad en las personas.

Peña Nieto tiene poco tiempo para tranquilizar “las aguas”,  porque está en el ojo del huracán. Las elecciones intermedias están a la vuelta de la esquina  y lo que hoy haga o deje de hacer se verá directamente reflejado en los resultados electorales.

Y más allá de eso, el Presidente debería de replantearse la manera en cómo se gasta y se invierte en el Estado Mexicano pues, si después de haber sido aprobada la Reforma Fiscal, con la que obtendrá más recursos, pero se sigue “mal gastando” ese dinero en gasto corriente y no en una verdadera inversión en los diferentes rubros que sí son importantes y prioritarios, el día de mañana podría suceder que Michoacán no sea el único Estado que se encuentre en una situación tan crítica…

Me parece que hoy es el momento decisivo que podría marcar este sexenio, pues una crisis siempre presenta la oportunidad de mejorar, sobre todo cuando está en tela de juicio la viabilidad del Estado mexicano.

Veremos…