A lo largo de nuestra vida vivimos toda una serie de pérdidas y ganancias, y muchas veces no nos damos cuenta.

Por ejemplo, desde que dejamos el vientre materno nos enfrentamos quizá a una de las más grandes pérdidas de nuestra vida, dejamos el calor y confort que nos brinda el cuerpo de mamá pero ganamos unos brazos que nos aman.

Y así empiezan a surgir más y más pérdidas, pero con ellas también ganancias.

Cuando pasamos de ser bebés y nos convertimos en niños, y de niños a adolescentes, a jóvenes, adultos y ancianos; perdemos quizá algunas comodidades que trae cada etapa, pero ganamos experiencia, vivencias, aptitudes, independencia, etc.

Así como tenemos por un lado estas pérdidas comunes a nuestro desarrollo, también podemos tener pérdidas que nos parecen no tener sentido. Ejemplos de estas pérdidas serían que nos despidieran del trabajo, que fallezca una mascota, perder nuestro hogar ya sea por un desastre natural, por problemas económicos, etc., la muerte de un familiar (si bien ésta es una pérdida natural común a todos, es una de las más fuertes).

Es después de la pérdida que viene el duelo, acompañado de diversas emociones que van desde el impacto al momento de percatarnos de la pérdida a la tristeza, de ahí al enojo con los demás y con uno mismo, posteriormente el perdón, hasta llegar así a la aceptación.

Y es precisamente durante el duelo que experimentas una serie de sentimientos que quizá te hagan creer que has perdido el sentido de tu vida, pero te aseguro que dentro de cada pérdida siempre hay un “para qué”, que no debemos confundir con el “por qué”.

Encontrarle un por qué a las cosas, es encontrar una justificación que muchas veces nos deja en papel de víctima.

Encontrarle un para qué a mi pérdida, es encontrarle un sentido que me ayudará a resolverla.

Porque debemos primero elegir resolver nuestra pérdida para así poderla superar.

Si te consideras atrapado dentro de una emoción propia del duelo que no te permite resolver tu pérdida, no dudes en consultar a un Tanatólogo, él te brindará acompañamiento emocional y espiritual que te será muy útil para encontrar dentro de ti los recursos necesarios para afrontar la pérdida y encontrarle un sentido.