La celebración de los ritos funerarios va de acuerdo al tipo de creencias de cada cultura, familia o individuo y sobretodo del significado que le den a la muerte.

Los rituales varían de acuerdo al lugar del mundo en el que nos encontremos, además de la época histórica en la que estemos.

En esta ocasión quiero compartirles un poco acerca de cómo otras culturas vivían la muerte precisamente a través de sus ritos.

Comencemos por hablar de Grecia, donde las mujeres se ocupaban de bañar el cuerpo, untarlo con aceites y lo envolvían dejando su rostro descubierto, lo adornaban con coronas y joyas y colocaban en su boca una moneda.

Un día después el cuerpo era expuesto en su casa con los pies  hacia la puerta y se velaba. En la puerta colocaba un vaso con agua (era traído de otra casa puesto que se consideraba que el agua de la casa donde estaba el difunto, estaba contaminada), con la cual las personas que salían del velorio se purificaban.

Una vez que se enterraba el cuerpo, los asistentes se lavaban para purificarse. ¿No les suena familiar? Si bien nosotros no nos lavamos, tenemos distintas costumbres para purificarnos después de acudir a un entierro, como por ejemplo llevar un ajo en el bolsillo, o pasarnos humo de cigarro por el cuerpo.

Posteriormente  celebraban el banquete. También se lavaba la casa para purificarla.

En Roma se respetaba y temía al muerto. Creían que la única forma de ser inmortal era permaneciendo en la memoria de la gente. La preparación del difunto era muy similar a la de los griegos.

Para despedirse del muerto, familiares y allegados formaban una fila y se despedían uno a uno pronunciando su nombre. Posteriormente se colocaba el cuerpo en una camilla que era seguida por familiares y conocidos. ¿Esto también les suena conocido? Actualmente muchas comunidades acostumbran acompañar el cuerpo en procesión hasta llegar al lugar donde descansará eternamente. Se incineraba si es que pertenecía a la clase alta, en caso contrario se inhumaba.

En África la culpa de la muerte de alguien era siempre culpa de otra persona, un genio o un antepasado enojado.

Mantenían el cadáver en pie, para evitar el castigo o venganza. Comenzaban en funeral preguntándole al muerto sobre quién lo había matado, si había desobedecido a los dioses o si había transgredido una norma; si el cadáver se movía hacia adelante, era como si respondiera “si”, si se movía hacia atrás quería decir que “no”. A veces estas preguntas se las hacían mientras se le paseaba por los campos.

Hacían oraciones, cantos y bailes para apaciguar a los ancestros y evitar la venganza de los espíritus. Se sacrificaban pollos, ovejas y cabras para ofrecerlas al difunto, antepasados y espíritus. Los presentes se alimentaban de los animales sacrificados. ¿Oraciones y cantos? Si, actualmente es muy común ver y oír rezos y cantos en los velorios, quizá no por las mismas razones que en África, pero si para pedir por nuestro difunto.

Cuando enterraban el cuerpo, muchas veces lo acompañaban de animales u otros seres humanos (vivos o muertos) para evitarle la soledad. Después de la inhumación, la casa del difunto era destruida.

Por último hablemos de México prehispánico. La muerte fue de gran importancia dentro de su sistema de creencias. Se creía que la vida de todo hombre estaba constituida por tres fluidos vitales: el Tonalli localizado en la cabeza; el Ihiyotl, asentado en el hígado; y el Teyolía, cuyo centro era el corazón (venía a ser el alma, pues). Cuando la muerte acontecía, estos tres elementos se separaban.

Los mexicas suponían que había tres lugares donde se dirigían los difuntos según el tipo de muerte y no por la conducta en esta vida:

• Tlalocan, paraíso del dios de la lluvia, se dirigían los ahogados, hidrópicos y los ofrecidos al dios.
• Acompañaban al sol Huitzilopochtli, las mujeres muertas en parto y los guerreros caídos en la batalla o en la piedra del sacrificio.
• Al Mictlán, lugar común de los descarnados, iban quienes fallecían por cualquier otra causa.
• Los mexicas tenían dos tipos de ritos funerarios:

          - La cremación: Los muertos comunes se incineraban. Se les envolvía con telas en posición fetal y se les ponía una máscara. Las cenizas se guardaban en una urna y se les ponía un trozo de jade, como un símbolo de la vida.

          - El entierro estaba destinado a los altos funcionarios y a los soberanos. Se les adornaba lujosamente con joyas y máscaras funerarias y en la boca se depositaba una piedra de chalchihuite que reemplazaba al corazón verdadero.

LA MUERTE ERA PARTE DEL COSMOS SIN CARGAS MORALES. SIMPLEMENTE ERA.

Si bien los ritos antiguos no son los mismos que los de ahora, no diferimos mucho en la razón de practicarlos. Sea cual fuere el lugar o contexto, el rito se practicaba (y se sigue practicando) para apaciguar no sólo al que fallece, sino a los que se quedan.

Es una especie de despedida, nuestros últimos momentos con él, que aunque yace en un cajón, lo consideramos vivo, nos acercamos para darle nuestras últimas palabras como si estuviera quietecito, listo para escucharnos, porque no lo consideramos muerto, hasta que vemos como desciende para llegar a su última morada física, o cuando nos entregan sus cenizas.