El Papa ha muerto y la salida de la humareda blanca anuncia la elección del nuevo líder de la
Iglesia Católica. Miles de personas se reúnen en la Plaza de San Pedro y todo parecer estar listo
salvo por un pequeño detalle: el Papa que han elegido está aterrado de tomar el cargo. Ante tan
peculiar situación, el más prestigiado psicoanalista de Roma es mandado llamar de urgencia al
Vaticano.
Opinión
A Nanni Moretti, ateo que solo parece tener cierta fe en las contradicciones de la condición humana
y en la geometría de los reglamentos deportivos, le han reprochado que no haya hecho sangre en su
retrato de la jerarquía eclesial en Habemus Papam. Es cierto que el talón de Aquiles de su película
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A Nanni Moretti, ateo que solo parece tener cierta fe en las contradicciones de la condición humana
y en la geometría de los reglamentos deportivos, le han reprochado que no haya hecho sangre en su
retrato de la jerarquía eclesial en Habemus Papam. Es cierto que el talón de Aquiles de su película
está en la decisión de convertir a los cardenales, convocados para elegir a un nuevo papa, en un
coro de figuras entrañables, retratado con trazos de comicidad amable. Obsesionarse con esta puntual
debilidad supone, no obstante, pasar por alto que Moretti, al renunciar a la sátira feroz en favor
de la comedia humanista, se ha complicado la vida, se ha puesto las cosas más difíciles y, lo más
importante, ha caído de pie, obteniendo en el proceso una película tan delicada como compleja, una
ficción con madera de debate civilizado, cuyo sentido del humor se esculpe sobre la compresión no ya
del otro, sino del contrario.
La trama de Habemus Papam se puede resumir en una frase -recién electo para el cargo de sumo
pontífice, un cardenal (Michel Piccoli), al sentirse incapaz de lidiar con la responsabilidad que ha
caído sobre sus hombros, protagoniza una sonada espantada por las calles de Roma-, pero lo
interesante es ver cómo Moretti sabe llevar su discurso más allá de este enunciado. El atribulado
papa al que da vida Piccoli no está tan lejos de su Michel des Assantes en la crepuscular y
desesperada París Tombuctú de Luis García Berlanga. El motor de su huida no es una crisis de fe,
sino la asunción del gran simulacro que es este Teatro del Mundo donde el máximo delegado del poder
divino quizá no sea más que el cabeza de cartel en una representación ajena a la erosión del
tiempo.
Moretti introduce su toque maestro en dos secuencias: la accidentada sesión de psicoanálisis
contemplada por los cardenales y el fortuito encuentro del papa errante (y de incógnito) con una
compañía teatral imantada por la locura de uno de sus intérpretes. Realmente, no hacía falta ninguna
afilada sátira para cuestionar el inmovilismo de la institución religiosa. El discurso final de
Piccoli cierra Habemus Papam con una contundencia que parece mirarse en el espejo del desenlace de
El gran dictador. (POR: Jordi Costa, Diario El País) menos«
Premios y detalles:
2011: Festival de Cannes: Sección oficial a concurso.
Título original
Habemus Papam
Próximo estreno: 30 de
Actúan
Michel Piccoli, Jerzy Stuhr, Renato Scarpa, Franco Graziosi, Camillo Milli
Próximo estreno: 30 de
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