GRILLA, GRILLOS Y GRILLADOS

Imagen: fundaciongabo.org

Esta emergencia sanitaria ha exhibido, entre otras cosas, la precaria situación económica en la que viven millones de personas en todo el mundo, las malas condiciones laborales de muchas de ellas, así como los problemas que tienen los diferentes sistemas de salud.

Pero también, la pandemia originada por el Covid-19 ha develado las carencias, fallas o deficiencias en varios sectores, como el periodismo y los medios de comunicación en México; ambos son piezas esenciales para llevar la información de interés colectivo desde la fuente (en este caso, las autoridades) hasta la población.

Cambios lentos

En general, la radio, televisión, prensa escrita, los sitios web y los periodistas en este país han cambiado a lo largo de las décadas, esto no significa que hayan mejorado por completo, pues muchos aún incorporan vicios y prácticas del pasado.

Durante enero y febrero, cuando el coronavirus se propagó aceleradamente en China y posteriormente, en Italia e Irán, los medios nacionales se limitaron a dar el reporte diario; sin embargo, cuando la enfermedad llegó al continente y el gobierno federal implementó las primeras acciones, la guerra de comentarios, cifras, acusaciones o defensas a través de los noticiarios, páginas, programas y en las redes sociales, se desbordó.

El mal uso de la “tribuna”

Que un locutor, conductor o articulista exprese su opinión no debe extrañar, pues es parte del derecho que tiene como individuo de manifestar sus ideas sin ninguna represalia; no obstante, desde mediados de marzo, la polarización en los medios es evidente y en varios casos, anteponen sus filias y fobias.

Cuando un periodista analiza la información con el “hígado” o “corazón” y no con el cerebro, se falta a la verdad y a la ética; es decir, el mensaje saldrá desvirtuado, lo cual puede modificar la percepción, el juicio y la toma de decisiones por parte de la audiencia.

El análisis no es el único producto –informativo- que estos ofrecen, también están las notas, entrevistas, crónicas, etcétera, donde la jerarquización, formato o presentación de las mismas puede determinar su consumo e impacto.

Exhibidos y sin credibilidad

Llamados al desacato como el que hizo el conductor de Televisión Azteca, Javier Alatorre; la “confirmación” por parte de Joaquín López- Dóriga, de la muerte de un empresario mexicano a causa del Covid-19 (que después resultó falsa) o las pifias de la reportera de El Sol de México, Saraí Uribe, en una conferencia de prensa del subsecretario de Salud, Hugo López- Gatell, son la muestra de que el periodismo mexicano todavía carece de preparación y profesionalismo.

Rudos vs rudos

Criticar siempre será bienvenido, pero cuando llega al exceso, el medio puede radicalizarse. Reforma, Radio Fórmula, Grupo Imagen, MVS o El Financiero tienen una línea editorial contraria a la de la 4T, algunos de sus periodistas siempre han expresado su animadversión hacia dicho movimiento y otros, recrudecieron sus señalamientos cuando la Presidencia no refrendó los convenios publicitarios que las administraciones anteriores tenían con ellos.

En contraparte, los medios “aliados” permanecen en el terreno de la complacencia o de defensa a ultranza de cualquier plan gubernamental. ADN40 (paradójicamente propiedad de TV Azteca), La Jornada, Grupo Radio Centro y ya ni hablar los canales públicos (Canal 11, Canal 14 y Canal 22) son grupos clave dentro de la estrategia propagandística de López Obrador.

¿Qué vendrá?

Los bandos están marcados, lo anterior tiene aspecto de pluralidad, ya que la diversidad de puntos de vista que se encuentran en los medios antes mencionados podrían contribuir a tener una sociedad más avanzada; empero, en el fondo, su lucha ideologiza más al ciudadano que informándolo.

Así que desde los medios y el periodismo hay mucho por hacer y más en estos tiempos.

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