El martes me puse a leer el periodico y en la seccion de Economía encontre un artículo sobre la Informalidad, en este se mencionaba que en México ha tenido  un crecimiento muy rápido, alcanzado el 58%de la PEA como laboralmente informal.

La falta de empleo en el país tiene como consecuencia que los ciudadanos busquen alternativas para su sustento, creando negocios en sus propios hogares o en puestos callejeros. 

Esto me recordo un congreso que realizamos en la facultad de Economía con la ayuda de un par de profesores, para la clase de Análisis espacial y demográfico. Justamente la informalidad fue parte del teme que expuse junto con dos compañeros. 

Por supuesto que esta situación es grave, sin embargo, la atención debería ser dirigida, más bien, hacia las empresas en las que laboran un gran número de personas cobrando un salario pero sin contar con alguno de los derechos que por ley les corresponden. 

Uno de los efectos más pronunciados de los cambios en los mercados de trabajo y en las políticas de las empresas, es la tendencia a la creación de segmentos reducidos de trabajadores altamente calificados y especializados, frente a una inmensa masa de obreros descalificados, con el objetivo de que puedan ser fácilmente desplazados debido a la abundancia de contigentes poblacionales de desocupados y subocupados con bajos ingresos.

Una de las forma de trabajo que actualmente prevalece es la subcontratación de mano de obra, que no es más que una triangulación laboral con el objetivo de conseguir mayor flexibilidad en el trabajo. 

Esta forma de flexibilidad del trabajo es muy rentable en la medida que hace más competitivas a las empresas, pero esto se logra con cargo en las normativas de seguridad en el empleo, el aumento de la intensidad del trabajo, la disminución de los salarios y la desregulación de la protección de los trabajadores. 

¿Cómo no moverse al sector informal, cuando se tienen condiciones tan precarias en el sector "formal"? Con esta pregunta no quiero decir que este bien trabajar en el sector informal, ya que este sector no ayuda al crecimeiento ni al desarrollo del país, por no pagar impuestos ni mejorar las condiciones en las que se trabaja.

Existen afirmaciones en las que se plantea que el problema central es como lograr un funcionamiento del mercado laboral acorde con las exigencias de la flexibilidad y a la vez mantener la equidad y protección de los trabajadores. Sin embargo, esto supone la desreglamentación del trabajo.

No toda flexibilidad es sinónimo de precarización. La tendencia apunta en esa dirección, sin embargo, cuando la fuerza social y política del trabajo actúa en la defensa de sus derechos, la flexibilidad puede asumir una forma que preserve el régimen de trabajo integral, los niveles salariales, la califiación de la fuerza de trabajo y las prestaciones económico-sociales. Desafortunadamente éste no es el caso de América Latina.

Tenemos la oportunidad de entender que todo esto debe enfrentar con un nuevo proyecto de nación, uno en el que se incorporen los intereses de la sociedad, en donde se logre reavivar a la economía y en donde también, que es lo más importante, se distribuya la riqueza equitativamente.