Cada vez más personas dependen de las redes sociales para conocer y dar a conocer información. Ante esta situación cabe cuestionarse qué pasara con los egresados de las carreras de comunicación, letras, periodismo y todas las carreras que alimentan la industria de la información, así como también con los universitarios en general.

Una de las características del sistema educativo superior es que paso de ser el “colchón del desempleo” de las clases medias a lo que en la actualidad se ve tristemente como un sistema de entretenimiento, donde los jóvenes concentran sus inquietudes y energías no solo en una formación mediocre sino en muchos casos hasta equivocada e inservible.

Y esta situación no es una novedad, durante bastante tiempo se ha llevado a cabo la educación de un grupo “privilegiado” de jóvenes que, con su poder adquisitivo llegan a “convencer” a los profesores para que les asignen una buena calificación. También existen aquellos que aprueban sus materias por otros medios muy conocidos que no necesitan ser mencionados.

Estas y otras irregularidades se llevan a cabo debido al sistema imperante en la actualidad. Sin embargo, al realizar las acciones mencionadas, los jóvenes solo se engañan a sí mismos, aunque en realidad esto no es de importancia para ellos ya que al egresar tienen un “futuro asegurado”, ocupándose en las empresas de sus padres.

Por otra parte, existe el grupo que no goza de los privilegios que el anterior, pero trata de imitar su modo de actuar. Y el problema en este caso es que al egresar comienza la odisea de los estudiantes pertenecientes a este segundo grupo por encontrar un puesto de trabajo; incluso con los verdaderos estudiantes, este problema es muy recurrente. De por si no son, relativamente, muchos los alumnos que ingresan a la universidad, y los que lo hacen, en una cantidad considerable, están corrompidos, son escépticos, apáticos, y solo juzgan el sistema mismo en el que están inmersos, aun cuando realizan acciones parecidas a las que son motivo de sus quejas.

Debería entenderse la importancia de la exclusividad, no pretendo sugerir que se le niegue el acceso a la educación a nadie, pero no me parece una mala idea establecer un filtro, realizar una selección entre los aspirantes que verdaderamente quieren ingresar a la universidad para educarse, obtener conocimiento y saber aplicarlo a la sociedad, y los que simplemente quieren obtener un título sin esforzarse demasiado por conseguirlo.

No quiero decir con esto que tengamos un sistema educativo fascista, sino más bien una alternativa para mejorar dicho sistema. Y no solo habría que establecer dicho filtro para los estudiantes, sino también para los profesores y dejar de asignar plazas a maestros tan solo por la buena relación que tienen con los directivos.

La universidad pública debe ir de la mano con los intereses de la sociedad y ser la fuente de la formación de “fuerza de trabajo” realmente capacitada para los sectores productivos. La educación que ahí se recibe entrega las herramientas para desempeñarse en el mundo laboral.

La fuerza de trabajo no es una mercancía ordinaria. No hay capitalista que pueda dedicarse a su producción en caso de que suba el precio de ésta; en realidad, no hay ninguna “industria de fuerza de trabajo”.

El capitalista tomo a salario al trabajador, en este caso al estudiante recién egresado, para que éste acuda a su empresa preparado a realizar cualquier actividad que se le encomiende de acuerdo al título que ostenta. Al hacer esto compra su fuerza de trabajo. En el sentido más estricto, la fuerza de trabajo es el trabajador mismo. Solo en una sociedad esclavista, como en el sur de Norteamérica antes de la Guerra Civil, donde se practicaba la cría de esclavos para obtener ganancias, se podría hablar propiamente de la industria de fuerza de trabajo.

Bajo el capitalismo, el hecho de que el contrato de trabajo sea legalmente limitado oscurece la realidad de que lo que el estudiante realmente hace es venderse por un periodo de tiempo estipulado.

Y esta situación es inherente a la mediocre educación recibida y por lo tanto a la poca capacidad para desempeñar las funciones que se le pudieran asignar al estudiante, de acuerdo a la “preparación” y el conocimiento que adquirió a lo largo de la carrera que eligió para estudiar.

Si bien es cierto que la educación ha ido construyéndose paralelamente con el desarrollo de la sociedad, también lo es que, con la división de ésta ultima en clases, la educación ha tendido hacia una jerarquización del conocimiento con la asignación de un “conocimiento” simple y práctico para el hombre común. 

Me pregunto en qué momento la sociedad, en cuanto a la relación antes mencionada con la educación, dio tremendo vuelco hacia la mediocridad. Conozco una de las causas que mantienen vigente esta situación, y es la conformidad y apatía por parte de autoridades y estudiantes.

Ante esto, no me parece que sería suficiente con cambiar el sistema educativo, ya que aun así aparecerían irregularidades por parte de las autoridades, directivos y por parte de los mismos estudiantes.

También tendría que crearse un sistema de empleo que pueda absorber una mayor cantidad de trabajadores, aumentar la demanda de fuerza de trabajo para equilibrarse con la oferta; dar un impulso a aquellas áreas de la economía que podrían tener mayores rendimientos y así impedir que siga funcionando el sistema en el que el capitalista puede fácilmente despedir a cualquiera de sus subalternos, por la gran cantidad de personas que están compitiendo por tener la oportunidad de desempeñar funciones en algún puesto de trabajo.

Las universidades públicas  y en general el sistema educativo deben demostrar que son más importantes los intereses de la sociedad que los de la élite dominante. La reforma que debería realizarse al sistema educativo debe posicionar a la universidad como una institución seria, respetable y como el medio más importante para el desarrollo de la sociedad.