El sábado 27 de diciembre del 2014 tuvo un amanecer especial, único, algo que jamás había visto.

El viernes por la noche de último momento planeaba salir con algunos amigos, el destino casi obvio era ir a las Cholulas, conocidas por su tradición su historia y cultura, su zona arqueológica, su cocina, tranquilidad y otras cualidades de este par de Pueblos Mágicos, pero también por su vida nocturna y grandes fiestas.

Al final de una fiesta casual, que terminó a eso de las 5 de la mañana, decidimos subir la Pirámide de Cholula para disfrutar del amanecer.

Luego de algunos minutos de subida y justo antes de llegar al atrio de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, una luz especial nos tomó por sorpresa, emocionados no lográbamos discernir entre terminar de subir y quedarnos en la parte de árboles antes de llegar a lo más alto. Sin embargo algunos segundos después ya nos encontrábamos en el camino hacia el atrio; esta decisión nos traería una grata sorpresa.

El amanecer comenzaba: morados, azules, rosas, anaranjados, rojos, amarillos, dorados; tonalidades de colores que jamás había visto en el cielo se presentaban ante nuestros ojos como una de las experiencias más maravillosas que hayamos vivido hasta el momento.

foto con celular por Fer Desh

La composición de la imagen que veíamos ante nosotros era perfecta. Los colores y el Sol al frente, las nubes aborregadas arriba formando un mosaico de algodones, la iglesia detrás de nosotros, la pirámide a nuestros pies, las calles de la hermosa Cholula a las faldas de la pirámide, la neblina que lentamente viajaba con el viento cubriendo la ciudad. Y entre tanta belleza, entre tanta poesía pictórica ¡la pinche ruedota de la fortuna y el distribuidor de la recta estaban allí jodiendo la postal!

Quién sabe, seguramente hace muchos años alguien, como yo, pensó que la postal fue arruinada por la luminaria de las calles. Los años pasan y con ellos llega lo que los gobernantes creen se llama progreso. Pero este dizque progreso, específicamente el del Distribuidor Quetzalcoatl y el de la Estrella de Puebla, llegó de la mano y el capricho de Rafael Moreno Valle, así que lo culpo a él de arruinar esa hermosa vista.

Soy un romántico de la ciudad, lo sé.

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