El objetivo de la experiencia personal que te conté en el primer post, es para darte el mensaje de que las situaciones, por desagradables que sean, son aprendizajes que nos hacen crecer, entender y valorar lo que vale la pena en la vida.

Cuando falleció mi mamá me empeñé en querer dar lo que no tenía, quería alegrar a quienes estaban sufriendo pero fallé  porque yo también la estaba pasando muy mal, quizá más que los demás, porque ya venía arrastrando enojos y frustraciones.

Una noche antes de que muriera me quedé platicando en la noche con ella, la verdad como pocas veces, me quejé de una persona del trabajo que me hacía la vida imposible y nunca se me va a olvidar lo que me dijo: “No permitas que otros te hagan sentir mal por sus propias inseguridades, yo estoy muy orgullosa de ti y tú tendrías que ser la primera en estarlo”, Uff, que fuerte, todavía me acuerdo y me pongo chinita. La verdad en ese momento le di el avión porque no entendí el mensaje, hoy lo entiendo, lo agradezco y te lo comparto porque precisamente le estaba dando las riendas de mi vida a esa persona y algo estaba haciendo mal. Cuando peor estaba me vino a la mente esta frase, ahí acepté mi realidad y entendí que la primera que tenía que buscar ayuda y hacer algo por mí era yo.

Cuando te digo que estaba arrastrando enojos y frustraciones es porque desde que me acuerdo he sido una persona a la que le gusta ayudar, así es mi esencia, es una de las cosas que me hacen feliz. Pero no siempre ha sido placentero, por mucho tiempo puse las necesidades de los demás por encima de las mías, no puse límites y dejé que las opiniones de otros me influyeran al grado que basé mi propia percepción en lo que pensaban de mí. Aun así era raro verme de mal humor, casi siempre era amable, sonriente, y cuando alguien me hacía o decía algo que me molestaba o me hacía sentir mal, sentía como un golpe en el hígado, pero pocas veces le di importancia. Iba llenando el vaso de piedritas hasta que llegaba un momento en que explotaba, gritaba y decía cosas hirientes a quien se me pusiera enfrente. Momentos después, me sentía fatal y culpable.

Cuando toqué fondo, por primera vez volteé la mirada hacia mí, empecé a enfocarme en mí, dejé de quejarme de mis circunstancias y decidí hacer algo para cambiarlas. Conforme más me interiorizaba más cambios hacía. El entorno fue cambiando  a medida que yo fui cambiando. Empecé a darle el verdadero sentido a lo espiritual, comencé a cuidar mis pensamientos, palabras y acciones, empecé a hacer conscientes y controlar mis emociones y sentimientos, hice conscientes y eliminé las creencias que me limitaban, cambié parte de mi lenguaje y poco a poco dejó de preocuparme lo que otros pensaran de mí, empecé a confiar en mí, a estar orgullosa de quien era y a sentirme súper segura de quien soy.

También empecé a crear hábitos saludables, comer sano, hacer ejercicio, empecé a cuidar y seleccionar mis relaciones, hice amigos increíbles que me ayudaron a abrir mi mente y me enseñaron que había un mundo impresionante fuera de la burbuja en la que vivía y que las opiniones de los demás eran sólo eso, opiniones y no hechos. Empecé a hacer las cosas porque QUERÍA  y no porque DEBÍA. Por primera vez  empecé a ser responsable de mi propia vida y dejé de ser víctima de ella.

Ahora sí me considero una mujer fuerte, se perfecto quien soy, qué quiero y a dónde quiero llegar. Si tú ya lo lograste estás del otro lado, si no, te animo a que lo hagas, la satisfacción de sentirte pleno y libre, te da la seguridad, fortaleza y paz que necesitas. La claridad es fundamental para avanzar. Una mente tibia e insegura te hace vulnerable y moldeable a los demás, haciendo que personalices, te enganches y te estanques.

No fue fácil, fue un trabajo interior que implicó mucha fuerza de voluntad y mucho tiempo. Créeme que en otro momento hubiera sido muy difícil exponerme de esta manera, pero si alguien se identifica y la puedo ayudar con mis experiencias, es una forma de agradecerle a la vida tantos aprendizajes y tantas bendiciones.

Cuando no nos sentimos bien con nosotros mismos es porque no estamos siendo congruentes, quizá estamos tomando decisiones para complacer y agradar. Cuando te respetas, valoras y conoces, no permites que las otras personas te hagan sentir mal, no personalizas, ni te enganchas. Querer sentirnos bien a costa de los otros te lleva a la frustración. Ninguna creencia o persona que te haga sentir mal, que te limite o que te haga sentir que no eres suficiente, no vale la pena. Deja de poner  tus necesidades después de las de los demás, deja de quejarte, no te vayas por el camino fácil culpando al otro o a las circunstancias externas. Haz las cosas porque quieres y no porque debes.

Pasamos mucho tiempo pensando en el futuro y esperando ser felices en él, y cuando lo logramos, vivimos con el miedo constante de perder lo que hemos conseguido. Ábrete a nuevas posibilidades y deja alimentar tus frustraciones e inseguridades, porque "La vida es un eco, lo que envías regresa, lo que das recibes, lo que siembras cosechas y lo que ves en los demás existe en tí" anónimo

El presente es la única oportunidad que tienes para cambiar. En el futuro serás el resultado de tus decisiones actuales. Estar dispuesto a cambiar es una señal de madurez. Demuestra que estás creciendo, trascendiendo, pensando y decidiendo por ti. Se necesita mucho valor y fuerza para ser quien queremos ser. Si tienes la mirada puesta solo en el exterior,  pocas probabilidades tienes de encontrar la felicidad y tanquilidad, porque es una realidad que tu mundo exterior es el reflejo de tu mundo interior.

                Adry Castro Sánchez de Cima