George Christensen (Tom Parker), es un americano que viaja a un pequeño poblado en Chiapas, México
para ayudar a su madre cuando se entera que su media hermana ha desaparecido. Todo indica que se
trata de una ola de secuestros atribuidos a la legendaria J-ok´el, la llorona, aquella mujer que
ahogó a sus hijos siglos atrás y cuyo espíritu ha regresado para llevarse a otros niños y así
olvidar su propio sufrimiento.
Opinión
Resulta desconcertante la fascinación que la legendaria mexicana produce en la cultura del
continente, especialmente la difundida por la industria fílmica, en lo que representa un giro
completo el tema colonial con sus monstruos, humanos o no, que dan cuerpo al terror a la mexicana,
al menos hasta antes de ...
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Resulta desconcertante la fascinación que la legendaria mexicana produce en la cultura del
continente, especialmente la difundida por la industria fílmica, en lo que representa un giro
completo el tema colonial con sus monstruos, humanos o no, que dan cuerpo al terror a la mexicana,
al menos hasta antes de los años sesenta, pero que todavía influye en la obra de algunos creadores
como Guillermo del Toro (su genial Cronos) y alcanza a directores del exterior como este Benjamin
Williams que entregó J-ok?el, La leyenda de la Llorona situada en San Cristóbal de las Casas,
Chiapas.
Además de un breve prólogo en blanco y negro donde luce esplendorosa Diana Bracho como Malintzin,
Williams utiliza bastante bien el terror a la mexicana jugando generosamente con el esquema nacional
de racionalizar lo oculto mediante la trama policiaca que no escapa a la influencia de lo oculto
(como inició magistralmente Salvador Novo con El signo de la muerte), además en el guión de Williams
y Jeremy Stevenson con Andy Whitaker se denuncia ya un cosmopolitismo extendido hasta la más
arrinconada provincia de nuestro país.
Ciertamente que el bajo presupuesto de producción se detecta desde el reparto binacional encabezado
por Tom Parker, Ana Patricia Rojo y Jesús Ochoa, pero en ningún momento la película es una cinta
?barata?, sino una realización cuidadosa y bien documentada del estilo para ambientación misteriosa
común al cine mexicano, documentación que por cierto se nutre en mucho de la más reciente
exportación costumbrista nacional cuando el personaje de Parker es conquistado por una falsa
francesa (Angélique Boyer) local mientras escuchan al grupo enmascarado de rock Los terribles
interpretar La llorona loca, de José Barros Palomino.
Esta realización podría ser parte de la producción mexicana, excepto por la ligera confusión entre
leyendas que presenta el guión, donde los autores mezclaron elementos, fantásticos y realistas, de
la Llorona del altiplano y la Xtabay de los pueblos mayas peninsulares.
Durante la época de la guerra cristera la fiebre religiosa llegó a la península de Yucatán en
diferente modalidad que al resto del país. La persecución religiosa se revirtió contra las
comunidades indígenas y la prohibición de cultos afectó a los rituales indígenas que practicaban su
propia versión del cristianismo sincrético y fuera de la iglesia católica, esto impulsó el
desarrollo de la legendaria supersticiosa y al mismo tiempo desaparecían multitud de varones
yucatecos y campechanos en las noches; sucedía que los contrabandistas raptaban gente aprovechando
la leyenda de Xtabay (contada por entonces por Médiz Bolio).
Para Williams y sus guionistas fue una buena manera de empatar la realidad de desapariciones
infantiles en el Chiapas actual utilizando la leyenda prehispánica (J-ok?el parece la designación
Chol o Tojolabal de Xtabay), aunque el director no se conformó con este potencial realismo
fantástico y hace una sátira de la migración estadunidense a México.
El ambiente polisémico del cosmopolitismo en provincia da el tono adecuado para un misterio mediante
la confusión de datos existenciales: el extranjero envuelto en las confusiones de la traducción,
entre el inglés, el español y las lenguas indígenas, permite un ambiente de secretos inconfesados en
todos los personajes; asombrosamente el jefe de policía (Jesús Ochoa) habla inglés truncado en el
que solo traduce el fraseo español a un inglés desintactizado y en contraste un indigente nativo se
expresa en un californiano claro e identificable. De otra parte el rostro desconcertado de Tom
Parker ayuda a convencernos del personaje arrepentido que busca racionalizar el mundo y la situación
a pesar de la incoherencia entre su educación y la superchería dominante.
Mucho de lo intrigante de esta realización tan cercana al estilo nacional se despeja al saber la
verdadera personalidad de Williams, que no es sino el neblumotitlano Roberto Carlos Morales Vergara,
con una obra fílmica ya más o menos regular en los Estados Unidos, y también al conocer el año de
realización, 2007, se comprende un poco el retraso en la salida al mercado de la versión animada de
Alberto Rodríguez, pero no la coincidencia de títulos.
Y es que la deidad de la Xtabay parece que es la de la horca o del suicidio en el panteón yucateco,
la Ixtab que intrigó al especialista Silvanus G. Morley porque parece consagrar el suicidio como
alternativa existencial válida para aquella civilización antigua, una práctica absolutamente
condenada por el cristianismo y ajena a la tradición del altiplano nahuatlato y por lo mismo alejada
de la Llorona: Malintzin, ésta como vengadora por la pérdida de sus hijos, los mexicanos.
La transformación propuesta con la mujer abandonada que se venga en los hijos de la comunidad,
resulta especialmente cruel al referirla a una emigrada del primer mundo, un personaje (Dee
Wallace) que e n su locura retrata a esa porción angloparlante de escapados de la gran civilización
del norte y exhibiendo su fragilidad mental al situarse fuera de la seguridad del American Way of
Living. (POR: Héctor Enrique Espinosa Rangel, Cineforever) menos«
Actúan
Diana Bracho, Tom Parker, Ana Patricia Rojo, Jesus Ochoa, Dee Wallace-Stone, Oscar Orozco Venegas
Director
Benjamin Williams
Próximo estreno: 30 de
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