El agua tibia no se transforma

“En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”

Eric Hoffer

            En mis 29 años de vida, he aprendido y desaprendido muchas cosas. Me he dado cuenta que como decía el famoso filósofo Griego Sócrates: “Sólo sé que no sé nada” y a veces me siento aturdida por el contraste de forma y fondo en que se contraponen mis teorías y mis experiencias.

Cuando el escenario y la verdad de la vida se  manejan como una “teoría” o un “dogma” surge cierta estabilidad emocional y mental en la gente porque es más fácil entregar la responsabilidad de tu propio ser a una imagen religiosa o a una idea preconcebida de un paraíso después de la vida, como muchas religiones lo asientan restándole importancia al tiempo presente y a nuestro paso por la tierra.

Después de derrumbar dentro de mí varias ideas y condicionamientos anti diluvianos y anti vida y ser la primera generación en mi familia que corta de tajo con tradiciones que simplemente descubrí que no van ni quiero que vayan con mi estilo de vida. Después de superar los sentimientos de culpa y traición que éstos provocaban, entré en una etapa de caos emocional y mental. Tuve una confusión tan profunda hacia todo pero a la vez cada paso que daba hacia mis propias ideas desarraigándome de imposiciones, comencé a sentir que cada pasito en esa incertidumbre valía mil veces más que 100 zancadas dadas hacia creencias ciegas.

Dentro de esta etapa de confusión que estoy teniendo, me queda claro que la única certeza que puedo tener es que el cambio no se puede evitar. De hecho analizando la vida, si nos fijamos bien los momentos más importantes de nuestras existencias es cuando decidimos dejar el estado “cómodo” y nos aventuramos a una nueva idea, a un nuevo comienzo a un nuevo camino, que al principio cuesta, porque todo cambio viene con dolor y a la gente no le gusta sufrir por eso la mayoría siempre preferimos quedarnos en donde estamos. 

Veo a mi alrededor  y  la mayoría de la gente pasa por la vida con el semblante gris, veo cantantes de vocación trabajando en oficinas de gobierno, astronautas atendiendo ventanillas del banco, fotógrafos sirviendo en cafeterías, artistas limpiando baños... Y a lo que voy con todo eso es que en mi particular forma de ver la vida cada uno de nosotros somos el universo evolucionando con distintas formas y experiencias y si dentro de nosotros hay una voz que muy fuertemente grita que vayas hacia algún lugar, necesitamos hacer los cambios necesarios para seguir esa voz. Si ignoramos esa voz, sería como traicionar a la propia existencia, nuestra propia misión.

El cambio y el aventarse al vacío (hablando metafóricamente) confiando en esa voz interior asusta, crea confusión y caos, pero es en el caos de la pregunta en donde nace el aprendizaje no en la respuesta predeterminada que la sociedad ya nos impuso.

Todos desde niños nacemos con grandes sueños y el gran deseo de hacerlos realidad, pero en algún momento por condicionamientos de afuera vamos abandonando los sueños. A alguien le creímos que era imposible, que era peligroso, que no éramos lo suficientemente buenos y abandonamos esa voz que a gritos nos dirigía hacia nuestro camino. Creo que nunca es tarde para dar el salto, no importa qué edad tengamos, no importa que programación nos hayan impuesto. Siempre es tiempo de darnos luz verde y decirnos: “Suficiente, necesito un cambio, porque esta idea o este sueño me ha estado gritando desde que soy un niño, esta vez quiero hacerle caso y tengo la confianza que todo saldrá bien”.

Alguna vez escuché que debemos ser como el agua, cuando se enfría demasiado ocurre una transformación: “Se congela” .Cuando se calienta demasiado, alcanza su punto de ebullición y se transforma: “Se evapora” pero el agua tibia permanece estática, sin cambios; Y sin experiencias que afrontar nos volvemos agua tibia.

La humidad está en un proceso energético muy fuerte y creo que es un gran momento para quitarnos condicionamientos y atrevernos a dar el salto que sabemos que debemos dar porque cada vez me convenzo más que de eso se trata la vida, la evolución física y espiritual se basan en el cambio y nuestra adaptación a él.

            Me encanta esta frase de Osho: “La vida es inseguridad, a cada momento se dirige hacia una inseguridad mayor. Es un apostar. Uno nunca sabe lo que va a suceder. Y es hermoso que uno nunca lo sepa. Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida. Si todo fuera como te gustaría que fuese y si todo fuera una certeza, no serías un hombre, serías una máquina. Sólo existen certezas y seguridades para las máquinas.”

         Los invito a abandonar a la máquina y a resucitar al hombre.

¡Feliz Salto!

Ale Brito*

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