Que los hijos salgan de su hogar, es una situación muy normal, pero en muchas ocasiones a muchos padres les afecta demasiado que sus hijos ya no estén bajo su protección y ya no estén junto a ellos, generando cambios emocionales muy grandes.

Cuando esto sucede, se generan sentimientos negativos muy intensos como tristeza, vacío, pérdida, soledad, ansiedad o irritabilidad, entre otros, lo que se conoce como el “Síndrome del Nido Vacío”.

El síndrome del nido vacío podría ser catalogado como un duelo, pues incluye sus etapas de negación, ira, negociación, y finalmente aceptación. Recordando al duelo como un trámite emocional que tenemos que hacer cuando perdemos algo, como un trabajo o un objeto que tiene un valor sentimental, o hasta la perdida de alguien como un ser querido, una pareja, etc.

Por otro lado, también se puede sentir mucho aburrimiento o sensación de no tener nada que hacer. Se reviven los recuerdos del pasado con añoranza, creyendo que nunca van a volver a ser tan felices, el llanto irrumpe con más frecuencia, hasta no poder dormir de forma correcta.

Sentirse así forma parte de un cambio o crisis, siempre y cuando se adopten medidas encaminadas a superar estas emociones. Es más, si no se afronta el cambio, puede derivar en síntomas más intensos, como cuadros depresivos o de ansiedad.

Históricamente, se ha visto que este síndrome afecta más a las mujeres, debido a la gran importancia que representa desarrollar el rol de madre; sobre todo, en aquellas mujeres con actitudes más tradicionales que regularmente desarrollan un trabajo con tareas del hogar.

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