“Como Presidente democrático, respetaré a todas y a cada una de las voces de la sociedad. Voy a ejercer un Gobierno abierto, que hable con verdad, que pida opinión, que escuche a la ciudadanía y tome las mejores decisiones”, con estas palabras, Enrique Peña Nieto emitía su primer discurso como mandatario, iniciaba pues, un camino de seis largos años.

El 1 de diciembre de 2012, en Palacio Nacional, el mexiquense daría un mensaje a la nación en un escenario “a modo”, rodeado de sus correligionarios, amigos y familiares que en todo momento le aplaudirían sin importar el contenido.

Cambio, ¿de todo?

Si bien lo planteado por el jefe del Ejecutivo no distó mucho de las promesas realizadas por sus antecesores, sí generaban mayores exigencias y expectativas después de todo el desencanto originado por las malas administraciones panistas.

Los días que sucedieron a la toma de protesta transcurrieron en un clima de civilidad política gracias al Pacto por México, un mecanismo que permitió a las tres principales fuerzas (PAN, PRI y PRD) discutir, negociar y aprobar las leyes que el peñanietismo necesitaba, dijo, para operar y combatir los problemas y necesidades de la población.

Cooptación y polémicas

Este acuerdo (o cooptación de la oposición) dio resultados inmediatos para Los Pinos: las reformas Educativa, Electoral, Energética, Hacendaria, de Telecomunicaciones y Radiodifusión fueron las legislaciones que suscribieron en el corto plazo; lo anterior, presagiaba un cambio positivo que jamás llegó

La polémica ha acompañado a Enrique Peña desde el comienzo, incluso desde 2005 cuando arribó a la gubernatura del Estado de México hasta 2011 cuando entregó dicho cargo y, después, en su campaña a la Presidencia de la República (2012), la cual se caracterizó por infringir o burlar las reglas electorales.

Ejemplos del desastre

Se cumplen 36 meses de la actual régimen, en los que presenciamos hechos inimaginables y reprobables, como la “batalla” a las afueras de la Cámara de Diputados durante la toma de protesta de Peña, la explosión de la Torre de Pemex en enero de 2013, la cancelación del tren México- Querétaro a finales de 2014 o la utilización de un helicóptero oficial para fines personales del entonces director de Conagua, David Korenfeld (2015).

Pero sin duda, son tres los sucesos que han marcado y debilitado al actual mandatario:

1.- La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Guerrero.

2.- La investigación periodística que reveló las propiedades de Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera en las Lomas de Chapultepec y los nexos de estos con un contratista.

3.- La fuga del principal narcotraficante del mundo, Joaquín “El Chapo” Guzmán del penal del Altiplano.

Críticas, decepciones y más

Y es que los hechos no sólo rayaron en lo vergonzoso, sino que estuvieron (o están) precedidos de corrupción, impunidad, negligencia u opacidad; actos que el gobierno en su conjunto ha tolerado, fomentado e impulsado para beneficio propio.

Hoy, Peña Nieto y su equipo (secretarios de Estado) se enfrentan a un enorme desprestigio pocas veces visto en México, más de dos terceras partes de las personas reprueban su gestión; en contraparte, la soberbia, cerrazón y lejanía mostrada por el político nacido en Atlacomulco es ilógica en un país con más ciudadanos activos, más informados y más críticos, con herramientas tecnológicas que permiten la mayor difusión y flujo de datos.

Todo sigue igual

Es increíble que el desgaste en el poder no haya transformado al PRI, al contrario, lo empeoró, todavía emplea sus  viejas prácticas, como el acarreo, compadrazgo, corporativismo, “moche”, conflicto de interés, la “mordida”, las cuotas y además, con un discurso optimista, alejado de la realidad.

Llegamos a la primera mitad del sexenio, con un camino sinuoso y adverso. Debemos prepararnos para un 2016 de recortes y escaso crecimiento económico, bajas en los ingresos petroleros, luchas electorales en varias zonas del territorio y escándalos aún desconocidos.

Así es como cumplimos nuestros “tres tristes años”.

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