Cada día puntual, no faltas a ninguna cita y con tu experto hablar haces que el tiempo pierda su elasticidad. Te defines como actor y admiro tu pensar, eres el conjunto de la parte más deseada y más temida en mí. El intelectual que se niega a ser tragado por las costumbres.
Me despiertas la curiosidad por la otredad, tapas los años con ropa y actitudes juveniles y al igual que Tokerville lo profetizó en este microcosmos que presides, yo también lucho por no convertirme en nerviosa oveja que se deje llevar por pequeños y mezquinos placeres. Alguna vez protagonista, ya todo se te va en pensar y te encuentro tan humano al imaginarte tejiendo las horas frente a un televisor nunca encendido.
Quisiera como tú y Revueltas “Recuperar el horror y explicarlo, teorizarlo y combatirlo, pero también terminar de aprenderlo, hundirme en él, desesperarme del todo para quizá emerger con una conciencia otra, con una libertad inédita y desconocida”, para dejar de temer.
Yo tampoco encuentro racionalidad en mi vida, todo es producto de la sistematización, un conjunto de normas que acepto a medias, más por comodidad que por convicción, pero no siempre temo y sé que puedo escribirlo todo, sin hablar de mi vida o pedir disculpas para después avergonzándome de las lágrimas que emanen de mi cuerpo.
Soy producto de una colonia, una colonizada mental y al igual que mi pueblo estoy enferma de identidad, no vivo en sociedad, vivo en una pequeña tribu y no me atrevo a hablar de mi decadente vida, utilizo la cortesía para no embarrarme con otro ser. Siguiendo tu consejo al escribir no usaré la experimentación, me sentiría pretensiosa, sólo romperé las formas cuando ya no quepa en ellas y no serán poses; haré poco uso de ellas en el mundo rígido del lenguaje, en un mundo disciplinado y vigilante no cabrá siempre el gíglico o las faltas de ortografía deliberadas o las hojas en blanco o mis propios caprichos; usaré estos recursos como drogas, una última aventura posible para quebrar la visión disciplinada, aprendida de la vida. Hablaré de mis obsesiones y buscaré la unidad con cada ser por medio del lenguaje. Las palabras ambiguas pueden destruir la comúnunión; las trampas de la modernidad me pueden envolver y el egoísmo del no observado puede devorarme en la gran urbe; por medio de la palabra escrita crearé lazos que me permitan no sentirme naufraga en la isla del pensamiento aislado. Soy animal del tiempo y vivo entre el pasado y futuro, trato como tú de no imitar para no negarme a mí misma pero siempre hay algo con lo que me identifico: mi deseo de recuperar lo sagrado, negar la religión para explicar al ser supremo a mi modo, me convierte en el más patético de los humanos; es cuando recurro a la sátira menipea (que me queda más que reírme del constante vagar de mi mente) no me puedo casar con una racionalidad que me convertiría en un ser cuadrado, sumando un mal al mundo al darme tal adjetivo.
Temo tanto a la verdad ( ninguna se sostiene eternamente) y la literatura, que nos une a ti y a mí, nos hace revisar esa verdad constantemente, preguntarnos sobre cada pequeño rincón del pensamiento humano; nos sorprende al no entregarnos en las páginas lo esperado y produce minúsculos momentos de felicidad al contarnos historias en las que el escritor inventa finales sorprendentes. La literatura crea para nosotros escenarios paralelos donde tú, yo, y cada alumno que has tenido vive una realidad diferente, una metáfora de su vida que a pesar de ser perfecta nunca se convertirá en lugar común.
Por Maru San Martín
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