Los niños pequeños muerden por diferentes razones, entre ellas:

Experimentan el mundo: Los niños muerden para tocar, oler, “saborear” a otra persona, es una forma de aprender y acercarse al mundo que los rodea.

En el primer año de vida sienten esa necesidad de experimentar y la solución es ofrecer objetos y juguetes de distintos colores para que exploren. En algunos bebés la mordida puede estar motivada por el dolor de la dentición, en este caso es bueno ofrecerle una mordedera que lo calme.

Frustración: Cuando no logra llamar la atención de un adulto, o cuando desea el juguete que tiene su compañero, es posible que el niño muerda, aunque quizás no tenía la intención de dañar al otro. Los adultos deben enseñarle al pequeño que esa conducta no fue adecuada.

Se debe atender al niño mordido en primer lugar y luego explicarle al niño que mordió que eso duele y no se hace. La solución es enseñarle una herramienta o un lenguaje apropiado para expresar lo que siente o para obtener lo que quiere sin recurrir a conductas agresivas.

Se sienten amenazados: Algunos niños muerden cuando se sienten amenazados y se defienden, en estos casos es importante que sientan que los adultos, en especial los padres, brindan seguridad.

Las causas por las que el niño puede sentirse amenazado son varias: Conflictos o cambios recientes en su ambiente familiar o en la escuela y necesidad de autonomía y control. Cuando observan la respuesta que obtienen al morder, sienten “poder” en la situación, en estos casos es necesario fomentar conductas sociales saludables tales como compartir, esperar su turno y agradecer.

¿Qué deben hacer los padres ante esta conducta?

Sin duda, el pequeño debe recibir el mensaje de que lo que hizo está mal, pero los padres o maestros nunca deben responder al niño con reacciones agresivas como golpes o nuevas mordidas ya que estaríamos comunicando que la agresividad es una forma apropiada de expresar las emociones.

Para resolver estas conductas, es fundamental que los padres, abuelos y familiares del menor trabajen en conjunto, ya que de nada serviría que se intente una solución en un ámbito si este comportamiento es permitido en el otro.

Padres y maestros pueden trabajar para identificar las razones de la actitud del pequeño, analizando los momentos en que reacciona mordiendo: si lo hace con la misma persona o si hubo algún cambio reciente en su vida, así se podrá comprender al niño en su situación particular.

Es importante poner límites cuando sea necesario, enseñar pautas de comportamiento y sobre todo comprender al niño acompañándolo en el desarrollo de maneras saludables de expresar sus necesidades y emociones.