Por medio de tecnología 3D, el legendario director Werner Herzog nos lleva dentro de las Cuevas
Chauvet, al sur de Francia, donde se encuentran las más antiguas pinturas rupestres, y nos invita a
reflexionar sobre el deseo primigenio de comunicarnos y representar el mundo que nos rodea.
Opinión
En 1994, un grupo de exploradores expertos en cuevas recorrían el sur de Francia cuando, en un golpe
de suerte ayudada de un poco de espíritu aventurero, decidieron inmiscuirse por un estrecho camino
subterráneo. Lo que encontraron se convertiría en uno de los descubrimientos más importantes en la
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En 1994, un grupo de exploradores expertos en cuevas recorrían el sur de Francia cuando, en un golpe
de suerte ayudada de un poco de espíritu aventurero, decidieron inmiscuirse por un estrecho camino
subterráneo. Lo que encontraron se convertiría en uno de los descubrimientos más importantes en la
historia de la arqueología y el arte.
Los espeleólogos estaban liderados por Jean-Marie Chauvet, cuyo apellido pasó a bautizar la cueva.
La cueva de Chauvet es reconocida por albergar las pinturas rupestres más antiguas conocidas, de
hace 32 mil años, además de restos de huesos de animales ahora extintos como el oso de la caverna.
Tras un derrumbamiento hace miles de años, la cueva se selló y las pinturas lograron conservarse
hasta nuestros tiempos, con una calidad que hace parecer que hubieran sido hechas ayer.
Cada año, sólo un pequeño grupo de científicos tienen acceso a la cueva para conducir
investigaciones arqueológicas, geológicas, paleontológicas y de historia del arte. No pueden estar
por más de un par de horas porque los niveles de dióxido de carbono que emanan de las raíces de los
árboles encima de la cueva podrían ocasionarles problemas de salud, y sólo pueden caminar por una
estrecha plataforma de medio metro de ancho.
A esas condiciones tuvieron que someterse el legendario director Werner Herzog y su diminuto equipo
de producción cuando el Ministerio de Cultura francés les ofreció la oportunidad única de entrar a
la cueva por unos días. El resultado: uno de los mejores documentales realizados en los últimos
años.
El tema de la cueva de Chauvet no parecería a primera vista ser algo capaz de llenar 90 minutos de
celuloide, pero Herzog logra, con maestría, combinar los conocimientos científicos con los
sentimientos que la cueva y sus alrededores evocan, y es capaz de llevarnos al pasado, de hacer que
imaginemos cómo era el mundo hace 32,000 años, de intentar acercarnos a ese ser humano prehistórico
con el que tenemos mucho más en común de lo que creemos.
Y lo logra sin caer en sentimentalismos, pero dándole importancia a las emociones; y se aprecia que
no intente dar una sola visión sobre el pasado sino que permita que hablen las múltiples voces de
los distintos tipos de arqueólogos y científicos, desde los que hacen modelos tridimensionales con
todos los recovecos de la cueva, hasta los que buscan revivir lo que sentían los humanos del pasado,
vistiéndose como ellos y tocando flautas hechas de huesos. (POR: Raguabros, Filmaffinity) menos«
Título original
Cave of Forgotten Dream
Próximo estreno: 30 de
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