Tchaikovsky estaría orgulloso.- Hay músicos clásicos que significan algo para mí. No soy un aficionado a la música clásica, en especial porque no tengo suficientes conocimientos musicales para distinguir una sonata de una sinfonía, por ejemplo. Así, si me ponen un disco con "El concierto para piano n� ... más» Tchaikovsky estaría orgulloso.- Hay músicos clásicos que significan algo para mí. No soy un aficionado a la música clásica, en especial porque no tengo suficientes conocimientos musicales para distinguir una sonata de una sinfonía, por ejemplo. Así, si me ponen un disco con "El concierto para piano nº23" de Mozart y me dicen que es el concierto "El emperador" de Beethoven, me lo creería. Sin embargo, hay dos músicos que me dejan maravillado cada vez que los oigo. Su música me aporta ese "algo" que no me dan otros músicos; cuando escucho su música la entiendo a la perfección, sus instrumentos, su desarrollo musical, su estilo y género. Estos dos músicos a los que me refiero son Johann Strauss y Peter Ilch Tchaikovsky. A estas alturas decir que el ballet "El lago de los cisnes" es una obra maestra no es decir nada nuevo. Sin embargo, está tan bien utilizado en esta desapercibida cinta japonesa de animación que es imposible no sentirse fascinado y sobrecogido en las notas más intensas, acompañando a los momentos cumbre y de mayor carga emocional de la película. Aquí no podemos hablar de "guión adaptado", sino de "adaptación musical". Y esta labor la cumple con más que un sobresaliente. Esta es una de las mejores adaptaciones de toda la Historia del Cine, y debemos aplaudir con fuerza la labor de Kimio Yabuki, el director. Sus personajes resultan carismáticos y emocionantes. Exceptuando a las dos ardillas (cuya función es simplemente cómica, para aligerar la trama a los peques), el cuarteto protagonista es fascinante: Una mágica Odete, tan bella como íntima, que retrata a la perfección el sufrimiento y la soledad de ese cisne tan bello; un excelente "malo", tan tenebroso en algunas secuencias como añorable en otras; una frígida y espectacularmente bella "mala malísima" (el mejor personaje de los cuatro); y un príncipe Sigfrido que aunque cae en los estereotipos resulta bastante pasable. La animación es de lo mejor que he visto nunca en el cine japonés (me pregunto ahora, ¿por qué no ponen ese mismo empeño en muchas series actuales?). La música... imagínense; magistral e inolvidable. Están tan bien escogidos los mejores momentos del ballet de Tchaikovsky que la musicalidad y la épica de muchas escenas es colosal: a la par del "Valse" se suceden una de las más trágicas y memorables escenas del cine de animación: Odete corre desesperada al baile y observa, sin esperanza, que Sigfrido ha sido engañado por Odille. Pero sin ese grandioso vals, la escena no tendría la misma fuerza y emoción. Mérito de Tchaikovsky. Y poco más hay que decir de este "Lago de los cisnes". En solitario sería una película muy corriente, pero en conjunto con este extraordinario ballet se produce una mágica fusión, una de las mejores cintas de animación de todos los tiempos (y no estoy exagerando). (POR: Sergio, Filmaffinity)  menos«