Liz Gilbert (Julia Roberts) tenía todo lo que una mujer moderna soñaba de tener, un esposo, una
casa, una carrera exitosa; pero ella se sentía confundida y perdida, buscando lo que realmente
quería en la vida. Recientemente divorciada y en la encrucijada, Gilbert se sale de su zona de
confort arriesgando todo para cambiar su vida; empezando una travesía alrededor del mundo que se
convierte en una cruzada para el auto descubrimiento. En sus viajes ella descubre el verdadero
placer de nutrirse por comer en Italia, el poder de los rezos en India e inesperadamente, la paz
interna y el verdadero amor en Bali.
Opinión
Ni el misógino más cerril podría negar la hermosura de Julia Roberts, poseedora de un rostro del que
es imposible desviar la enamorada mirada. Todo en ella chorrea atractivo, clase y sensualidad. No
hace falta exprimirse el cerebro para comprender el eterno estrellato de esta preciosa mujer, que
aunque las ...
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Ni el misógino más cerril podría negar la hermosura de Julia Roberts, poseedora de un rostro del que
es imposible desviar la enamorada mirada. Todo en ella chorrea atractivo, clase y sensualidad. No
hace falta exprimirse el cerebro para comprender el eterno estrellato de esta preciosa mujer, que
aunque las arrugas empiecen a amenazarla siga gustando a todo cristo. También es una excelente
actriz. Pero si repasas su obra descubres una lamentable ausencia de grandes películas, admitiendo
el derecho y la sinceridad de los infinitos admiradores de Pretty woman a considerarla como lo más
inolvidable y emocionante que les ha ocurrido en una sala de cine.
El Premio Donostia a la carrera de justificados dioses le ha caído en otras ediciones a actores y
actrices que no solo eran majestuosos en su arte sino que tuvieron la intuición, la lucidez o la
suerte de protagonizar bastantes obras maestras. Hablo de Mitchum, Peck, Glenn Ford, Pacino, De
Niro, Bette Davis, Meryl Streep, gente así. Al concedérselo no solo estás homenajeando a auténticas
leyendas, sino que también garantizas la presencia en el festival de esos mitos, algo que va a
concentrar el fervor del público y el generalizado interés de los medios de comunicación. Si además
de contar con ellos en el escenario, en entrevistas y en la calle, se da la fortuna de que al
exhibir su último trabajo este tenga las características de una obra de arte, el éxito es absoluto,
el festival ha salvado esa edición.
Lo incongruente es que a cambio de disponer en vivo y en directo de la estrella, tengas que
promocionar el horror que acaba de interpretar. Come reza ama (el título ya induce al mosqueo) es un
lujoso y cursi vehículo al servicio exclusivo de su majestad Julia Roberts y lo que te fascina es
como se diseña un producto como este. Imagino que están calculadas las entradas que puede vender a
nivel planetario cada nueva película de esta guapísima señora, que se gasta tanto en marketing como
en la producción de la película, que la historia y el guión están calculados al milímetro para que
Julia Roberts ofrezca a su anhelante público lo que esperan de ella, que es condición obligatoria
que aparezca en cada plano, que halla un ejército de sastres y maquilladores adornando su presencia
hasta el mínimo detalle. Inevitablemente, el resultado nunca será una película de autor, sino de un
mercenario que sabe conducir inmejorablemente a su destino la carroza de la reina.
El origen literario de Come reza ama es un best seller que no he tenido la previsible desgracia de
leer. Al parecer, la autora cuenta las experiencias reales que le ocurrieron cuando intentó
solucionar su crisis sentimental y de identidad viajando a Italia, India y Bali en busca de
espiritualidad, meditación, mantra, karma, paz interior, esencias de la religión y todo tipo de
cosas trascendentes para el alma. Imagino que un equipo de psicólogos y sociólogos deducirían que
este personaje era ideal para que lo encarnara Julia Roberts, que estaría irresistible haciendo de
yuppy atormentada, con matrimonio quebrado y otra relación amorosa amenazada por el vacío, llena de
incertidumbres y de miedos, que va a redimirse y a encontrar el equilibrio interior gracias al dolce
far niente italiano, la oración hindú y los consejos y las predicciones de un chamán de Bali. Pero
no todo van a ser rezos, búsqueda interior y misticismo. Tratándose de Julia Roberts, tiene que
andar cerca algún enamorado príncipe azul que le devuelva la alegría de vivir en la cama y en las
puestas de sol, la necesidad de volver a entregar su hipersensible y temeroso corazón.
El director Ryan Murphy no busca complicaciones en una historia en la que cualquier espectador con
dos dedos de frente sabe todo el tiempo lo que va a ocurrir. Y lo que ocurre responde a la
cursilería sentimental, el exceso de merengue, el discurso pretendidamente trascendente, la
espiritualidad de manual, el turisteo de lujo, el empalago visual, el desfile de modelitos exóticos
que exhibe la deprimida que quería encontrarse a sí misma, el infalible happy end. Casi todo resulta
falso, indigerible, artificial, meloso y pesadito. Imagino que a dos actores tan sólidos y
preocupados por su currículo como Richard Jenkins y Javier Bardem les tienen que haber ofrecido un
pastón por hacer de mariachis humanistas de la reina. Y a ella, aunque la estética sea relamida y
una majadería el argumento, siempre apetece mirarla. Pero lo que verdaderamente me agrede en esta
tontería de diseño es que en su banda sonora aparezcan dos canciones sublimes de mi amado Neil Young
y fragmentos de la música verdaderamente romántica y lírica que compusieron Gato Barbieri y Oliver
Nelson para Último tango en París. La lógica exigiría que ambientaran esta película con canciones
del juglar Julio Iglesias. (Autor: Carlos Boyero, El País) menos«
Título original
Eat, Pray, Love
Próximo estreno: 30 de
Actúan
Julia Roberts, James Franco, Richard Jenkins, Viola Davis, Billy Crudup
Próximo estreno: 30 de
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