Pues ahora resulta que se pone de moda indignarse por el bullying que, por cierto, es parte de la historia de la humanidad y brinda un aprendizaje necesario para la vida adulta como profesionista.

Aclaro que de ninguna manera estoy minimizando los graves casos que han salido en las noticias recientemente, pero ¿neta? Es como cuando empezaron quesque a legislar el acoso sexual y algunas empresas llegaron al extremo de ya no dejarnos saludarnos de beso, porque no fuera a ser que llevara una traviesa intención el beso impersonal y al aire que nos damos con los buenosdías buenastardes buenasnoches.

Es que digo que aprender a lidiar con el bullying es parte de nuestro crecimiento, porque nadie ha tocado el tema de lo que a mí me ha dado por llamar el bullying corporativo, y cuando llegas a las empresas a enfrentarlo, ya debes venir con experiencia.

Llevo casi 15 años como profesionista independiente y trabajo como outsourcing para empresas trasnacionales, viviendo cada semana, de cada mes, de cada año un maltrato de tal magnitud, que ahora agradezco a la vida el entrenamiento intensivo que recibí con las burlas de Rocío y Concha en la secundaria, de Marcela y Laura en la prepa y del mugre Palazuelos en la universidad (pero luego me enteré que era porque yo le gustaba… maldito ingrato).

Cuando eres proveedor de una empresa:

1. Te citan y te hacen esperar el tiempo que se les da la gana. Tu tiempo no cuenta.
2. Tienes juntas interminables en su oficina y ni agua te ofrecen. Tu sed no cuenta.
3. Si el proyecto en el que estás trabajando requiere de traslados, buscan los transportes que mejor se acomoden a sus presupuestos aunque tú llegues madreado o pierdas horas en las conexiones. Tu tiempo no vale.
4. Su tramitología requiere de interminable papeleo que te toma horas preparar. Tu tiempo es gratis.
5. Cualquier equivocación tuya la utilizan a su favor para retrasar pagos. Cualquier error de ellos lo utilizan a su favor, para retrasar pagos. Tu renta puntual les vale.
6. Calendarizan actividades que no toman en cuenta si tienes que hacer una escala alimenticia o hidráulica en algún momento del día. Tu cuerpito les es indiferente.
7. Te exigen comprobantes y tiempos que en la vida real no suceden. Desde sus encumbrados escritorios implementan logísticas improcedentes. La realidad no existe.
8. Te dicen que te pagan en X días. Pero se tardan el doble en habilitar la cuenta a la que se va a cargar tu factura. Tu espera… JAJAJA que se dé de santos que le damos chamba.

Y sí, en estos tiempos donde corretear la chuleta está más difícil, porque ya les salieron alas a las chuletas, las empresas establecen políticas leoninas y perversas en las que se pueden dar el lujo de maltratar a la gente, como resultado de una paupérrima relación entre la oferta laboral y la demanda.

Lo único bueno de este panorama es que por lo menos tengo el privilegio de poder manejar mis tiempos libres como se me da la gana y entonces yo darme el lujo de elegir con quién trabajo y qué tipo de proyectos quiero manejar. Los empleados, tristemente, no tienen esa alternativa, y también están siendo sujetos de este bullying corporativo. Urge legislar, digo yo.

¿A ti cómo te impacta el maltrato empresarial? ¿lo has vivido? Ven a contarme: Twitter @LaBreton