¿Serán las endorfinas que liberamos al ejercitarnos, motivo suficiente para convertirnos en unos marcianos? Las personas que asisten a un gimnasio sabrán a que me refiero, ya que nunca entenderás si la gente que ves a diario hacer ejercicio, sale de este espacio y  tiene un comportamiento común y corriente, ya que mientras tú los observas hacer pesas, cardio, spinning o zumba, te parecen unos personajes salidos de la caricatura Bob Esponja, entre los cuales destacan:

El ruidoso: Me refiero los musculosos que hacen un escándalo brutal cuando cargan sus toneladas en los aparatos, con una cara de sufrimiento terrible y desgarrándose la garganta con un “uhhhh” en cada levantamiento.

El intenso: No le interesa que estés en la elíptica a máxima velocidad, ellos siempre te saludan y esperan poder platicar contigo, no importa si esto implica que te vomites después de hacerlo.

Doña zumba: Las señoras que van a bailar dejando su alma en la pista, entre más caliente más ambiente en la clase, no les importa el grupo de espectadores que están entre risas y admiración observando sus bailes.

Cheerleader: Cada que pasa junto a ti, te aplaude a manera de motivación y generalmente lo acompañan de un “vamoooos, tu puedes”.

Espejito espejito: Aquel que cuando acaba una repetición, se voltea a ver al espejo para ver si su cuerpo ya es mejor, como si se marcaran por milisegundo o respiración.

Forever Alone: Va al gym como pasatiempo o extensión de su agenda social, la mayoría de las veces busca ligarse a cuanto objeto se mueva.

Si respondes a alguna de estas personalidades, evita toparte conmigo en un gimnasio, pues mi personalidad es de las que no les sonríe a ninguna de las anteriores… Nos vemos la próxima semana, ¡Adiós!