El motivo era un ser abominable que vivía en Casa Puebla, al que muchos temían por sus nexos con pederastas. 

La excusa era que todo debía ser diferente, que había que unir fuerzas para que la estructura de las organizaciones de tendencias priistas no le alcanzaran al enemigo.

El miedo de que un heredero del Gober Precioso se convirtiera en Gobernador de Puebla, hizo que amarillos, naranjas, magisterio y azules se unieran e irradiaran de esperanza democrática a muchos poblanos.

Hoy el miedo no es a un monstruo, sino a un megalómano imperialista que no le importa la forma en la que haya que proceder si lo que está de por medio es su fama. Primero él, sólo él y por siempre él. 

El mensaje del miedo al viejo sistema, a los comunistas, revolucionarios o falsos profetas ya no funcionó... ni funcionará de nuevo. La coyuntura nacional le trajo al PAN un fracaso muy doloroso en el 2012. El PRI regresó a los Pinos. López Obrador los superó en credibilidad. Se quedaron solos, sin aliados. 

Intentaron la vía ciudadana para la Gubernatura del DF, aunque esa candidatura estaba perdida desde antes de empezar. Se notó el poco interés en apoyar las causas comunes, los de siempre no apoyaron a la candidata que venía de la sociedad civil.

Doce años dirigiendo al país tuvieron que dar mucha madurez, lo que trajeron fue convertirse en un partido lejano a los ciudadanos; no lo digo yo, lo dicen los resultados en lo largo y lo ancho de la geografía mexicana.

Los tres párrafos anteriores dan mucho de donde aprender, imaginaría que volverían a las bases, fortalecer los lazos con la sociedad civil, usted diga su aprendizaje. Veo que las lecciones para Gustavo Madero y el CEN del PAN es continuar envejeciendo con un sistema obsoleto, en donde lo importante no es el largo plazo. La prueba no es otra sino la apuesta a darle todo el poder al Gobernador de Puebla sobre un partido que él mismo desprecia. En el Gobierno del Estado de Puebla hay muy pocos panistas de cuna, sino es que ninguno.

A Moreno Valle le han cedido los métodos, los dirigentes, los espacios, las decisiones... No importa cómo, hay que ganar. Este Gobierno presume consensos aunque la realidad es la imposición de uno para llevar a cabo sus intereses; el consenso no existe.

En México necesitamos partidos que tengan ideales, que jueguen limpio, que aporten dignidad, que antepongan la verdad, la justicia y al ser humano, antes que a los mezquinos intereses de uno o unos cuantos.

Gustavo Madero no regala solamente su dignidad, sino la de todos aquellos panistas convencidos de lo que su partido ha promovido desde su fundación. ¡Extrañamos al PAN opositor!