Siglo XIX. A través de un viaje de Portugal a Francia, Italia e incluso Brasil, asistimos a una
vorágine de aventuras y fugas, coincidencias y revelaciones, romances, pasiones violentas y
venganzas. En Lisboa, una ciudad llena de intrigas e identidades falsas, varios personajes están
vinculados de una u otra manera al destino de Pedro da Silva, un huérfano que vive en un internado:
el padre Dinis, un descendiente de aristócratas libertinos, que se convierte en héroe defensor de la
justicia, una condesa enloquecida por los celos y sedienta de venganza, un próspero hombre de
negocios que hizo fortuna como pirata sanguinario. Todos estos personajes tienen un interés común:
averiguar la verdadera identidad de Pedro da Silva.
Opinión
El filósofo Gilles Deleuze patentó el rizoma, concepto que revolucionó los sistemas epistemológicos
científicos, obsesionados por el orden y la jerarquía. El rizoma es un término que Deleuze tomó
prestado de la botánica para responder al rigor taxonómico de ciertas disciplinas obcecadas en
desarroll ...
más»
El filósofo Gilles Deleuze patentó el rizoma, concepto que revolucionó los sistemas epistemológicos
científicos, obsesionados por el orden y la jerarquía. El rizoma es un término que Deleuze tomó
prestado de la botánica para responder al rigor taxonómico de ciertas disciplinas obcecadas en
desarrollarse a partir de unos principios fundamentales. Cualquier punto del rizoma puede
evolucionar en un principio, de modo que nunca hay un centro porque todo es núcleo y a la vez
periferia. Las narrativas posmodernas, que culminan en el ejercicio del hipertexto, son rizomáticas,
aunque Raúl Ruiz nos recuerda que quizá fue el barroco el periodo donde se originó el relato
múltiple propio de la metaficción. Lo que logra en «Misterios de Lisboa» es impresionante: adaptar
esa estructura rizomática, tan contemporánea, a las exigencias del folletín decimonónico sin
recurrir a la distancia irónica de la parodia.
La historia de un huérfano, que puede ser (o no) el hijo bastardo de una aristócrata, desata
infinidad de historias que parecen secundarias, pero sólo lo parecen. A la aparición de un nuevo
personaje le corresponde un nuevo relato oral y un nuevo «flashback», de manera que el tronco de la
trama se ramifica una y otra vez creando una especie de mapa genealógico que destruye la sensación
de centro, como si una misma historia se multiplicara hasta el infinito en una galería de espejos.
El filme propone una cartografía del amor romántico a lo largo de cuatro horas y media hipnóticas
(hay una versión televisiva que dura seis) que se consumen como un suspiro.
Ruiz respeta la gravedad melodramática de la novela de Castelo Branco adaptándola desde el
movimiento perpetuo. La cámara se desplaza lateralmente como para poner en contacto dos realidades,
infinitos tiempos encerrados en los marcos de las puertas, la sofisticada decadencia de un Visconti
con el desaforado onirismo de Buñuel. La fluidez es su consigna: los hechos se concatenan, los
personajes se ponen cien máscaras y el relato se transforma constantemente, como si fuera el sueño
de un moribundo. Acariciar esa posibilidad, la que contempla este monumental delirium tremens como
el modo en que alguien se inventa un pasado mientras abraza la muerte, enriquece aún más la lectura
final de esta obra maestra, que no hace más que relatar la vida secreta de nosotros, los humanos,
como marionetas. (POR. Sergi Sánchez, La Razón. es) menos«
Premios y detalles:
2010: Festival de San Sebastián: Mejor Director
2011: Satellite Awards: Mejor película de habla no inglesa. 3 nominaciones
Título original
Mistérios de Lisboa
Próximo estreno: 30 de
Actúan
Adriano Luz, Maria João Bastos, Ricardo Pereira, Clotilde Hesme, Afonso Pimentel
Próximo estreno: 30 de
Califícame: