Ambientada en el siglo XIX. Se basa en la leyenda alemana de Fausto, un sabio que hace un pacto con
el diablo, y en las adaptaciones literarias del mito por parte de Johann Wolfgang von Goethe y
Thomas Mann.
Opinión
Con el cine de Alexander Sokurov uno siempre acaba acordándose de Baudelaire y de Schopenhauer.
Menudo soberbio, dirán ustedes (por el crítico, no por Sokurov). Cuánta razón, pero como en sus
películas parece imposible centrarse, la cabeza acaba haciendo de las suyas, como un combate para
ver quién res ...
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Con el cine de Alexander Sokurov uno siempre acaba acordándose de Baudelaire y de Schopenhauer.
Menudo soberbio, dirán ustedes (por el crítico, no por Sokurov). Cuánta razón, pero como en sus
películas parece imposible centrarse, la cabeza acaba haciendo de las suyas, como un combate para
ver quién resulta más pretencioso. Comienza uno por aquel tedio baudeleariano, monstruo que sin
grandes gritos ni grandes gestos "convertiría la tierra en un despojo y tragaría el mundo en un solo
bostezo", y, previo paso por la lista del supermercado, se llega hasta la teoría de Schopenhauer
sobre la existencia, "que oscila como un péndulo entre el dolor y el hastío". Despojo, bostezo,
dolor, hastío. En fin, Sokurov. Con él la mente viene y va. Entre potentísimas imágenes. Uno de cada
50 planos es un portento. Y durante los otros 49, se piensa. Durante dos horas y cuarto. Fausto es
su última creación, libérrima adaptación del texto de Goethe, con la que concluye una tetralogía
sobre la naturaleza del poder, tras Molock (1999, sobre Hitler), Telets (2000, Lenin) y Solntse
(2005, Hiro Hito).
El Fausto de Sokurov, polémico León de Oro en Venecia, se libera de la letra del de Goethe, pero
apunta un exacerbado hiperrealismo en los ambientes. La película comienza como un tiro, con el
doctor sacando las tripas de un cuerpo humano y su pene flácido y amarillento filmado en primer
plano. Es el combate entre ciencia y espíritu, entre cuerpo y alma. Y uno se ilusiona: Sokurov se
hace comprensible. Apenas 10 minutos. Luego llega el hermetismo, ¿la nada? La hermosa fotografía de
Bruno Delbonnel busca y encuentra la luz de Rembrandt, que también pintó el mito de Fausto, la de su
Lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp. Habas contadas. Luego llegan las decenas, quizá
centenares, de planos distorsionados, con la imagen deformada, mezcla de espejo de feria y visión en
contrapicado de la superficie vista desde el interior de una piscina. Y surge la pregunta: puesto
que no son secuencias enteras, sino planos esporádicos, ¿por qué estos planos y no otros? ¿Por qué
no todos? Y sobre todo: ¿por qué no ninguno? ¿Alucinación diabólica? Sí, a veces esa teoría encaja,
pero a veces no. ¿Entonces? Y uno se pasa la película desentrañando el sentido: de Sokurov, de su
película, de la lista del supermercado, de los planos distorsionados, de la existencia. El tedio.
(POR: Javier Ocaña, Diario El País) menos«
Premios y detalles:
2011: Festival de Venecia: León de Oro (mejor película), premio SIGNIS
2011: Festival de Gijón: Mejor dirección artística
2011: Satellite Awards: 4 nominaciones, incluyendo mejor película de habla no inglesa
2011: London Film Festival: Sección oficial largometrajes a competición
Actúan
Hanna Schygulla, Maxim Mehmet, Georg Friedrich, Antoine Monot Jr., Katrin Filzen
Director
Alexandr Sokurov
Próximo estreno: 30 de
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