Mucho debate ha existido en los últimos meses entre el Ejecutivo de la Unión y los legisladores federales, previo a la aprobación de la reforma energética que el día de ayer se realizó en la Cámara de Diputados, después de que los Senadores hicieron lo propio.

Como ustedes recordarán, en la LX Legislatura, los entonces integrantes de los grupos parlamentarios del Partido Acción Nacional y del Partido Revolucionario Institucional sostuvimos iniciativas similares en esta materia, presentando los institutos políticos considerados de izquierda, su oposición a cualquier planteamiento de concesión o privatización a particulares, sobre todo en materia petrolera, como ocurrió nuevamente en esta LXII legislatura. Al final se concretó una reforma avalada por los legisladores del PRI, PAN y el PVEM.

Ahora bien, ¿cuál es la verdadera reforma energética que necesita México?

Para empezar, considero que todos los mexicanos debemos tomar en consideración que lo que está en juego es cómo afrontaremos la responsabilidad histórica de convertir a ésta industria en un área clave para el desarrollo del país, capaz de enfrentarse a los principales desafíos a nivel internacional.

La reforma debe ir un poco más allá que lo que se aprobó el día de ayer, es decir, debe ser integral, contemplando todos los aspectos vinculados con la energía y no sólo circunscribirse a Petróleos Mexicanos (PEMEX); incrementar su capacidad operativa y darles mayor autonomía financiera y de gestión, para que estén en mejores condiciones de competir y ganar frente a las compañías petroleras internacionales, así como establecer una nueva estructura administrativa, que les permita acceder a tecnología de punta y multiplicar su capacidad de ejecución en beneficio de México, con mayores órganos de inspección y sanción y más control sobre las responsabilidades administrativas y penales en que pudieran incurrir, tanto los empleados de dicha industria como en su caso, los proveedores o terceros vinculados con ella.

En este sentido, la reforma debe promover la productividad de cada uno de ellos y una mayor transparencia y rendición de cuentas, dotar a todos los organismos de mejores herramientas contra la corrupción y proveer lo necesario para que se mantengan en los mejores estándares mundiales de gobierno corporativo.

La reforma debe permitir contratar a terceros –como se ha hecho siempre- ¿o ustedes creen que el material de oficina que utilizan los empleados de PEMEX o de CFE son producidos por los trabajadores de dichos organismos? (sólo por poner un ejemplo). Sin embargo, debe asegurar la propiedad de los mexicanos sobre el petróleo y garantizar el control del Estado sobre la energía y el petróleo. PEMEX y nuestra industria energética deben seguir siendo de los mexicanos, lo que parece ser, va a ocurrir en la especie.

De esta manera, no se han concesionado los yacimientos de hidrocarburos de la nación, ni el control de cualquier recurso energético, ni los recursos petroleros, en materia de exploración y explotación de hidrocarburos, sino que se han adoptado diversos modelos de utilidad compartida.

Las contrataciones que se realizarán a partir de la fecha en que entre en vigor la reforma tendrán como finalidad aprovechar la riqueza energética y petrolera que tenemos, sobre todo en aguas profundas, en las que hasta la fecha, no contamos con la capacidad e infraestructura para su adecuada explotación; además de que en forma alguna la reforma concede propiedad sobre nuestros recursos, y a quienes se da participación en esta actividad, prestarán sus servicios para ampliar la capacidad operativa de nuestros organismos.

Debe destacarse que en la reforma energética no se consolidó la figura de bonos ciudadanos, que habrían sido títulos de crédito disponibles para todos los mexicanos, a precios accesibles pero con mecanismos para evitar su acaparamiento en pocas manos, lo que habría sido positivo, pues de esta forma, los mexicanos no sólo habríamos sido dueños del petróleo, sino que recibiríamos directamente parte de las ganancias que generara Pemex, además de intervenir directamente inyectándole recursos a este sector.

Entre las principales bondades de la reforma energética es la creación de un Fondo Mexicano del Petroleo, que permitirá fijar una estrategia para aprovechar los recursos energéticos y petroleros de la Nación y fortalecerá el papel del gobierno federal como regulador del sector energía.

Pero sobre todo, la reforma energética, va a permitir a nuestro país explotar los recursos que le pertenecen, no sólo los que tanto se ha señalado que se encuentran en las aguas profundas del Golfo de México, y que según el dicho de algunos expertos, constituyen más de la mitad de nuestras reservas, sino que permitirá a México retomar el lugar que le corresponde como potencia petrolera en el mundo y reducir la necesidad de importaciones de gasolinas, construyendo refinerías en nuestro país, con la consecuencia indirecta de reducir los costos de éste y otros productos en materia energética.

Debe señalarse que el PRD y oros partidos de izquierda, en este momento y en el año 2015, se apostarán en echar para atrás esta reforma, motivados con la aprobación de la nueva Ley Nacional de Consulta Popular y las casi 2 millones de firmas que en su momento han señalado que recogieron en contra de dicha reforma, por lo que tomando en cuenta el buen manejo que realice el gobierno federal de sus nuevas actividades en la materia, estará en manos de los mexicanos, respaldar o no esta reforma.

Por tanto, todas las mexicanas y los mexicanos debemos estar pendientes de la aplicación de la reforma referida, tomando en cuenta que cualquier reforma aprobada, no sólo debe quedar plasmada en una ley, como sucede muchas veces, permitiendo que algunos personajes deshonestos se enriquezcan a costa de nuestros recursos, sino que debe buscar lograr una mejor eficiencia en la operación y calidad de nuestros productos, y traducirse en más recursos públicos destinados a escuelas, clínicas, hospitales, caminos, carreteras, puentes, redes de agua potable, drenaje y electricidad, y en general, en materia de desarrollo, especialmente de la población más vulnerable.