En los últimos días hemos escuchado como de una sola narco-fosa ubicada en el Municipio de La Barca en Jalisco se exhumaron 67 cuerpos y el día de ayer las autoridades encontraron otra narco-fosa más en esa entidad federativa, en la comunidad de Palo Gordo, ubicada en Zapopan; aquí la pregunta es: ¿dónde estarán los cuerpos de todas las personas desaparecidas en los últimos años?

En efecto, independientemente del alto número de ejecuciones visibles que se han dado en los últimos años en México, también existe un alto porcentaje de personas desaparecidas; así, en febrero de 2013, el gobierno federal anunció que estaba revisando una base de datos de más de 26,000 personas denunciadas como desaparecidas o extraviadas que había sido compilada por la Procuraduría General de la República, lista que se ha cuestionado por no incluir todos los nombres de personas cuya desaparición ha sido denunciada, razón por la que José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, el mes anterior expresó: “Ahora el gobierno deberá cumplir su promesa de elaborar un registro confiable y completo, que deberá ser complementado con investigaciones serias para buscar a las personas desaparecidas y llevar a los responsables de estos delitos ante la justicia”.

Esta organización, agregó: “Si bien es importante crear un registro nacional confiable, el gobierno no puede olvidar que esta medida es un primer paso para cumplir la obligación central de investigar y sancionar a los responsables de las desapariciones, buscar a estas personas y asegurar que los familiares de los desaparecidos reciban el apoyo económico y psicológico que históricamente se les ha negado”.

Así, mientras que los que hemos vivido una o más de estas experiencias perdemos el tiempo tocando las puertas de las instancias gubernamentales “competentes”, los cuerpos de nuestros seres queridos se encuentran en alguna narco-fosa o narco-campamento, o fueron disueltos en ácido, en alguna narco-cocina o narco-laboratorio.

Debo precisar que hace algunos años el concepto narco cocina se atribuía al lugar en el que a través de procedimientos especiales, los narcotraficantes elaboraban las drogas químicas, lugar al que también se le ha llamado narco laboratorio y en cada uno de los hallazgos que se han realizado de estos sitios se encuentran reactores o precursores para procesamiento de enervantes, hidróxido de sodio, diferentes formaciones de sustancias químicas, y diversos utensilios empleados para procesar la droga. Sólo de 2006 y 2012 se han desmantelado más de 700 narco laboratorios, 7 de cada 10 son instalados en poblaciones indígenas o de alta marginación y pobreza y 73% de los narco laboratorios descubiertos se encuentran en Sinaloa, Jalisco, Nayarit, Michoacán y Puebla, las cifras de este año no son muy claras ante el silencio guardado repecto a este tipo de temas en la presente administración.

Este es el significado que se da actualmente en el argot policiaco a los narco laboratorios, como el lugar en que se elaboran drogas sintéticas; modificándose el concepto de lo que es una narco cocina, como aquel lugar donde los narcos ejecutan seres humanos, lo que se corrobora con los hallazgos de los últimos años realizados tanto por el Ejército Mexicano, como por las autoridades en materia de seguridad.

Así, se dieron a conocer muchos casos en los que las autoridades competentes, generalmente la Procuraduría General de la República, encontraba sustancias químicas, a veces después de alguna denuncia anónima, otras, por algún accidente ocurrido en ellos, casi siempre, algún incendio muy peligroso no sólo por el fuego, sino por las emanaciones de humo sumamente tóxicas, pues se utilizan para su fabricación substancias como la acetona, sosa cáustica, y thiner, entre otros.

Casi siempre estos lugares se encuentran abandonados al momento en que se detecta el narco laboratorio, pero con señales claras de que durante algún tiempo estuvieron habitados por quienes elaboraban las drogas.

Recordemos por ejemplo el caso de Santiago Meza López, mejor conocido como El Pozolero de El Teo, porque confesó a las autoridades mexicanas cómo había disuelto 300 cadáveres en sosa cáustica en ocho años por encargo de una facción del cártel de Tijuana.

Así, entre muchos descubrimientos de narco-cocinas, el 12 de enero de 2011, en Cancún, la Policía Judicial aseguró tres tambos, de 200 litros cada uno, que contenían restos de cabellos, piezas dentales, vendas y cinta industrial, entre otros objetos, en un rancho cercano a la carretera Cancún-Mérida.

Esos tambos eran utilizados para “cocinar” a personas, por lo que se solicitó la colaboración de la Procuraduría General de la República para el análisis de los restos. Esto ocurrió en el Rancho “San Juan”, ubicado en el kilómetro 267 de la carretera Cancún-Leona Vicario, con número de parcela 183, propiedad de Juan García, en el que previamente se había reportado que había 5 cuerpos calcinados.

Para tal efecto, los criminales habrían utilizado cinta industrial, vendas, una nevera de unicel, botellas de agua y toallas. Los tambos se encontraban agujerados y las víctimas habrían sido introducidas a éstos sin ropa.

El 8 de junio del mismo año, en Salinas Victoria se encontraron cerca de 17 tambos de combustible, restos de ropa y huesos de 20 personas. Dichos tambos fueron encontrados por el Ejército y a lo largo de un kilómetro y alrededor de ellos se encontraron esparcidos restos humanos. El lugar se encuentra ubicado cerca de un rancho denominado Las Abejas, y había también indicios de que en la zona se torturaba a las personas antes de ser “cocinadas”, y un pozo donde sepultaban a los que no se alcanzaban a quemar en los tambos de 200 litros.

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El 24 de junio de 2011, elementos del Ejército Mexicano realizaron un operativo en el municipio de Juárez, Nuevo León, previo a un reporte que recibieron de personas armadas que permanecían en un narco campamento. En la Carretera a San Mateo, a espaldas del Rancho La Mano, se encontró el lugar, y aunque estaba abandonado, había tirados instrumentos de tortura y varios casquillos percutidos.

En éste se localizó una narco cocina, con varios tambos industriales donde los sicarios torturaban y cocinaban a sus víctimas, y al menos 11 narco fosas fueron descubiertas, todas ellas repletas de restos humanos, sin que precisaran el número exacto de cadáveres, y de acuerdo con los objetos encontrados se determinó que pertenecían a los Zetas.

El 10 de julio de 2011, en Pesquería, Nuevo León, se encontró una narco cocina, en la que los miembros de la delincuencia organizada desaparecían a sus víctimas. En una brecha cercana a las calles de Agustín Melgar y Francisco Villa en la colonia CROC, dentro de un predio irregular.

Gracias a una denuncia anónima, el personal Castrense localizó la narco cocina donde encontró al menos tres tambos con agujeros, también fueron encontrados algunos botes de 20 litros con restos de diesel, vestigios de cinta color gris, esposas y desperdicios de comida.

Además de esto había en este lugar restos óseos y algunos montones de cenizas, y cerca de ella existía una narcofosa que contenía restos de al menos tres personas, fuera de ésta había montoneras de cenizas de más personas

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El 30 de agosto de 2011, elementos del Ejército Mexicano, de la Policía Estatal y de la Agencia Estatal de Investigaciones, acudieron a un terreno baldío ubicado cerca de la colonia Cumbres Elite, del Municipio de Monterrey, Nuevo León y en las faldas del Cerro de las Mitras encontraron un tambo con restos humanos en su interior. El lugar se ubica en avenida Paseo de los Leones a unos 300 metros al poniente de la calle Pedro Infante.

En éste se encontraron herramientas de tortura, equipo táctico como armas largas y cargadores, entre otras cosas. También encontraron tambos de metal, plástico y tinas vacías, además de ácidos, combustibles y químicos con los que “cocinaban” a sus víctimas, encontrándose cadáveres de al menos ocho personas más.

El hallazgo de la narco cocina se dio tras las declaraciones de los cinco sicarios de los Zetas detenidos relacionados con el ataque del Casino Royale.

Cerca de ahí se encontraron siete puntos con restos humanos que dieron indicios de que los cuerpos de las víctimas se desintegraban mediante combustión o de manera química y que se sepultaban en fosas que contaban incluso con arreglos florales de plástico, mismas en las que enterraban a sus integrantes caídos.

Como se puede advertir, la forma en la que los narcotraficantes “cocinan” a sus víctimas para desaparecerlas es muy común entre los grupos delictivos que actúan en las diversas entidades federativas, casi siempre se atribuye éstas a los Zetas, generalmente también se encuentran cerca de ellas narco fosas que contienen los cuerpos completos o restos de sus víctimas y en menor escala, los de sus compañeros que fueron ejecutados y a diferencia de los narco laboratorios, esas narco cocinas no se instalan en lugares habitados por los delincuentes sino en narco campamentos que instalan para éstos efectos y que posteriormente abandonan.

Todo lo anterior revela que uno de los principales problemas que enfrenta México como país, es la deshumanización de su sociedad, a consecuencia de la violencia que ha ido adquiriendo formas cada día más grotescas, más allá de los límites de la imaginación.

De acuerdo a estudios presentados por organismos de derechos humanos, el 80% del territorio nacional sufre el embate frontal de los cárteles de las drogas, de tal manera que el enfrentamiento entre bandas criminales con la finalidad de extender sus dominios o trazar nuevas rutas para el trasiego de enervantes, mantiene confrontados a prácticamente la totalidad de grupos dedicados a actividades ilícitas.

Peor aún, no sólo la delincuencia organiza utiliza este tipo de métodos para ocultar a sus ejecutados, pues de acuerdo con un informe de Human Rights Watch, que publicó en el mes de febrero del año en curso, titulado: “Los Desaparecidos de México: El persistente costo de una crisis ignorada”, los integrantes de las fuerzas de seguridad mexicanas habían participado en desapariciones forzadas cometidas de manera generalizada en el marco de la “guerra contra el narcotráfico” desplegada por el ex presidente Felipe Calderón entre diciembre de 2006 y diciembre de 2012.

De esta manera, estos grupos paramilitares, que como parte de una “estrategia de seguridad" deshumanizante ejecutan a líderes sociales, activistas y/o delincuentes, mismos a los que obvio, tampoco dan “sana sepultura”, sino que los ocultan en forma muy similar al narcotráfico, en “panteones clandestinos” utilizados por nuestras fuerzas armadas, algunos de ellos descubiertos en algunos casos de desapariciones forzadas.