En mayo de este año, un grupo entusiasta liderado por el programador Noé Domínguez nos sentamos un sábado en la mañana a discutir sobre la posibilidad de armar un evento de datos abiertos en la ciudad. La idea era emular lo hecho en ciudades como Distrito Federal, Monterrey y Zapopan, con un maratón de programación (hackatón) con datos provistos por el gobierno y otras organizaciones. Nos tomó casi cinco meses, pero lo logramos. El primer fin de semana de octubre se realizó el Open Data Puebla, la primera iniciativa sobre datos abiertos en la capital poblana. 

Recuerdo que, en las primeras reuniones, le expliqué a la mesa la necesidad que existía de sensibilizar a la gente antes del evento. De pronto, íbamos a hablar sobre gobierno abierto, datos abiertos y hacking cívico, temas con los que la población en general no tiene demasiado contacto. En efecto, ése fue nuestro primer obstáculo: si la gente no era capaz de percibir el potencial de este movimiento, estaríamos destinándolo al fracaso. Lo primero, lo prioritario, es educar. Lo demás se desprende solo.

Parte del ejercicio previo consistió en armar un resumen ejecutivo que cualquier pudiese entender. Incluso, llegamos a presentarlo a una legisladoar local, quien lo recibió con entusiasmo. Si usted no está familiarizado con los conceptos, le reproduzco algunas definiciones básicas antes de proseguir. 

¿Qué es el open data?

El movimiento de datos abiertos (open data) busca que ciertos datos estén disponibles sin restricciones de patentes, licencias, copyright u otros mecanismos de control para que sean aprovechados por los ciudadanos. En específico, se persigue que los datos generados por las administraciones públicas sean accesibles, legibles y utilizables; tales como bases de datos, indicadores, mapas, entre otros.