No sólo son un martirio para el oído y la vista, las precampañas electorales se han traducido en un hartazgo ciudadano hacia la clase política nacional y sobre todo, en las responsables del abstencionismo que hoy afecta a la democracia en México.

Desde el pasado 14 de diciembre, los mexicanos son “bombardeados” incesantemente (vía los medios masivos de comunicación) de mensajes propagandísticos de las diferentes fuerzas políticas o coaliciones para, según ellos, dar a conocer las ofertas de su respectivo precandidato.

A unos días de terminar la primera “gran” etapa del proceso electoral 2018, pocos elementos se pueden rescatar, ya que ha sido un periodo de escarceos, “puntadas”, bromas y un número limitado de propuestas comunes que no ahondan en los “cómos”.   

Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador son los tres personajes del momento, que en cuestión de días obtendrán la nominación de cada uno de los partidos que los respaldan. No obstante, han desperdiciado tiempo valioso para posicionarse ante el electorado.

Joven… ¿Maravilla?

El primer caso es Anaya, quien después de venir en una línea ascendente tras su paso por el Comité Ejecutivo Nacional del PAN y su exitosa campaña de 2016, donde el blanquiazul conquistó 7 de 12 gubernaturas en disputa, se estancó en el segundo lugar con un 26% (por ciento) de las preferencias, de acuerdo a la reciente medición hecha por el diario El Universal y la firma Buendía & Laredo.

Rebelde, contestatario y con habilidad para el debate, son algunas características del queretano; sin embargo, carece de un mensaje bien articulado, que si bien enfatiza el combate a la corrupción, éste no ha logrado convencer a su público meta.

Quizá su principal error radica en los ataques mal orientados, es decir, las críticas las enfoca a Meade y no a AMLO, el líder en las encuestas. Y es que una de las reglas de la comunicación política dicta que los “segundos” siempre deberán centrar sus ataques en el puntero, con el propósito, señalan, de mermar la imagen del rival y así, ganar adeptos.

Un lastre llamado “corrupción”

El siguiente ejemplo es Meade y su “gris” precampaña, al adoptar una estrategia poco eficaz que ha decepcionado a más de uno, incluso dentro del PRI, del Partido Verde Ecologista y de Nueva Alianza (estos dos últimos, comparsas del tricolor).

Según el mismo estudio demoscópico, el ex secretario de Haciendan y de Sedesol, ocupa el tercer sitio de las simpatías electorales con tan sólo el 16%, cifra que debe alarmar a cualquier estratega y coordinador de campaña.

De perfil bajo, con una amplia preparación académica y alejado de los escándalos de corrupción que han tocado a muchos de sus excompañeros del gobierno federal, el punto negativo de José Antonio Meade se traslada a lo relacionado con su ofrecimiento político.

Al igual que el abanderado del PAN- PRD- PC, Meade ofrece acabar con la corrupción; empero, el principal partido que lo respalda (PRI) es el instituto más rechazado por los mexicanos (57.4% según Encuesta Mitofsky en diciembre de 2017), en gran parte, por  los actos ilícitos en los que han incurrido varios de sus miembros.

Por otra parte, la cercanía que guarda con el presidente Enrique Peña le está restando apoyos, pues el mandatario registra índices de impopularidad muy altos (93% según en Pew Research Center en octubre de 2017). Si Meade Kuribreña desea crecer en los sondeos, es necesario que se desmarque del mexiquense y que agregue -durante sus discursos- cierta dosis de autocrítica a la gestión de éste último.

De a “muertito”

El tercer aspirante es Andrés Manuel López Obrador, quien mantiene una extensa ventaja sobre sus posibles contrincantes. Buendía & Laredo lo coloca en la primera posición (32%), con un nivel de conocimiento entre la población del 97% y con un 49% de opiniones positivas hacia su persona.

A diferencia de las contiendas de 2006 y 2012, hoy la gente percibe a un AMLO más mesurado, con mayor apertura y capacidad de diálogo, lo que ha provocado que militantes o simpatizantes de otros partidos emigren a las filas del Movimiento de Generación Nacional.

La polémica (bien medida) continúa siendo el arma más utilizada por el tabasqueño; así ha puesto en la agenda mediática los temas de la amnistía a los delincuentes y otros que, apoyados por el humor o cierto grado de sarcasmo, tienen el impacto buscado como la presunta injerencia rusa en México.

Con lo observado y escuchado hasta el momento, las precampañas ya trazaron el camino que seguirá la “guerra” electoral que iniciará el próximo 30 de marzo; asimismo, han exhibido la carencia de ideas o proyectos sólidos y la nula capacidad de los precandidatos para “conectar” con los votantes... Una temporada de bostezos.

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