Lo mismo vienen de Estados Unidos que de Reino Unido, a veces llegan de España y en otras proceden de Brasil, sí, son los golpes mediáticos que recibe de forma constante el gobierno mexicano y el pésimo manejo que éste hace de la situación.

Es probable que usted haya leído en este blog el análisis sobre la polémica e indignación que desató entre la gente el asunto de la “Casa Blanca de las Lomas” o la “verdad histórica” de la PGR en relación a la desaparición de los 43 jóvenes de Ayotzinapa; empero, se debe profundizar en el porqué de las “bombas periodísticas”.

The New York Times (EE.UU.), The Guardian (Reino Unido), Esquire (EE.UU.), The Washington Post (EE.UU), Newsweek (EE.UU.) The Economist (Reino Unido), El País (España) y más recientemente O’Globo (Brasil), son algunos de los medios internacionales que han publicado información que desnuda los abusos, ineficiencias o errores de la administración peñanietista, respaldados –en ocasiones- con editoriales, artículos y columnas críticas.   

El encanto se acabó

Durante los primeros meses de la gestión de Enrique Peña Nieto como presidente de México, los medios de otras latitudes fueron condescendientes con el originario de Atlacomulco; sin embargo, con el transcurrir del tiempo, el poder comenzó a desgastar al régimen priista y así, inició la circulación de noticias con datos exclusivos o relevantes que poco a poco han ido mermando la credibilidad y popularidad del Ejecutivo.

Para su desgracia, ya es costumbre que todas las semanas el gobierno esté ligado a escándalos; en primera, por la relevancia de las noticias que lo acusan y en segundo lugar, la mala respuesta a la crisis y control de daños que desde Los Pinos se hace.

Tomar nota

Las reglas de la comunicación política señalan que una de sus labores es controlar el flujo de información, es decir, lo que se emite y por otro lado, que ésta gane –a nuestro favor-  más espacios en la prensa (lo que comúnmente se denomina agenda mediática), para así “redireccionar” la discusión hacia uno u otro lado.    

Cuando el PRI era el partido hegemónico, la vigilancia sobre los periódicos, revistas y estaciones de radio y televisión era absoluta, lo que le permitía al mandatario en turno vigilar y suministrar las “dosis” de información que –a su parecer- la población necesitaba.

“Chayote” vs Internet

Ahora eso cambió, no porque el gobierno federal sea un fiel garante de la libertad de expresión, sino porque la comunicación se ha globalizado a partir de la llegada del internet y el trabajo de un periodista o empresa dedicada a narrar los hechos recientes y de interés general, ya traspasan fronteras.

Los “golpes” externos ponen en aprietos a Peña Nieto y la Coordinación General de Comunicación Social de la Presidencia ha mostrado falta de oficio y capacidad de saber adelantarse a los hechos, en otras palabras, los expertos en esta materia recomiendan emprender una operación que incluya la red de contactos dentro de los medios para saber de primera mano la tendencia y las investigaciones que estos realizan y así anticiparse.

Otros puntos que incluyen dicho plan es monitorear y priorizar los medios (en dónde se dice la noticia y cuál de ellos tiene más peso en la sociedad), establecer la figura de un vocero bien capacitado, poner énfasis en las redes sociales, entre otras actividades.

En México todavía es posible “frenar” cualquier filtración o nota que afecte a una persona u organización (previo pago o convenio con el medio); no obstante, intentar eso en otro país es más difícil, pues muchos profesionales de la información comprenden que los “periodicazos” no son encargos, sino una manera de ejercer la libertad de expresión y de contribuir a tener una sociedad más enterada y al pendiente de sus gobernantes.

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