“No hay peor árbitro que el que no quiere ver”, podría ser una de las frases empleadas para describir de mejor manera la pasividad que mostraron el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) y el Instituto Nacional Electoral (INE)  durante las campañas a la gubernatura en dicha entidad.

A unos días de la jornada del 4 de junio, en la cual 11 millones de mexiquenses con derecho al voto, elegirán a la persona que sucederá a Eruviel Ávila, los ánimos, descalificaciones y ataques de todos los candidatos hacia sus adversarios fueron evidentes, así como el rebase a los topes de campaña.

Dinero más que ideas

Para nadie es un secreto que las campañas políticas se ganan con dinero más que con ideas; no obstante, el derroche en el Estado de México fue claro e inconmensurable, motivo por el cual, las autoridades en la materia debieron (o deben) tomar cartas en el asunto y, en su caso, sancionar a aquellos que no respetaron las reglas del juego democrático.

Todas las fuerzas políticas y sus abanderados violaron la Ley Electoral; sin embargo, los grandes excesos fueron del lado del PRI y de su aspirante, Alfredo del Mazo, quienes fomentaron la coacción o compra del voto por medio de la repartición de tarjetas de débito llamadas Salario Rosa y Con Todo (portal terra.com.mx, 30 de mayo de 2017).

Además de esta nueva modalidad, el Revolucionario Institucional implementó la tradicional e infalible estrategia de distribución de despensas, tinacos y material para construcción ante la complacencia de los consejeros electorales.

La “joya de la corona”

El nivel de interés y de polarización alcanzado por la batalla del Estado de México fue más amplio que en otros, como los de Coahuila, Nayarit y Veracruz, debido a la importancia que tiene esta entidad en el ámbito económico, político y social del país.

Tan sólo, el Edomex concentra al mayor número de votantes de todo el país (13 por ciento). Por otra parte, conseguir la victoria en esa demarcación tendrá un significado notable para cualquiera de los partidos rumbo a la carrera presidencial del año siguiente, pues es la tierra natal del actual mandatario, Enrique Peña Nieto.

Callados y más callados

La crítica hecha a los partidos y actores políticos también alcanza a los árbitros (IEEM e INE) por tolerar y no aplicar la ley durante este periodo, ya que son ellos quienes tienen la facultad de sancionar a las personas que incurran en algún delito electoral y así garantizar una competencia limpia y equitativa.

Hoy, los institutos encargados de realizar los comicios a nivel local y federal están en medio de una “tormenta” de señalamientos por ser caros e ineficientes. Un ejemplo, es el organismo mexiquense, que gastará en 2017 más de 2 mil 200 millones de pesos en un proceso que tiene todos los ingredientes para ser impugnado.

La democracia en México no atraviesa por sus mejores tiempos, cada vez las campañas son más beligerantes, con menos propuestas viables, con discursos huecos, con ausencia de diálogo, con ciudadanos más alejados y apáticos (políticamente hablando) y autoridades electorales que están pero que callan y se hacen de la “vista gorda”. 

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