Por naturaleza, el hombre es una especie que se distingue por su capacidad de raciocinio y creatividad, pero también, posee otras características que lo hace distinto a los demás seres vivos, como por ejemplo, la búsqueda y el ejercicio del  poder.

El poder se puede manifestar de diferentes formas: al dirigir a una comunidad, al gobernar a un país, al obtener más dinero, al persuadir a los demás, al convocar a una multitud, al recaudar más información o por otra parte, el querer influir en alguien.   

Dominar o someter ha sido una tentación para muchos hombres y grupos a lo largo de la historia mundial, sobre todo de aquellos gobernantes que ante la menor provocación, aún desatan su furia en contra de sus adversarios u opositores con el propósito, argumentan, de imponer con base en la fuerza, sus ideas o proyectos.

Made in USA

En las últimas semanas, hemos sido testigos de la lucha entre dos poderes, uno representado por el gobierno de los Estados Unidos y el otro, por la prensa. Nos referimos al pleito que sostienen Donald Trump y The New York Times, The Washington Post, Los Angeles Times, Politico, CNN, etcétera.

Sí, la nación más poderosa del mundo atraviesa por una crisis política que tiene su origen a partir de la irrupción de Trump como precandidato y candidato por el Partido Republicano a la Casa Blanca e incluso agravada por su arribo como presidente constitucional de la unión americana.

Las contra dosis

A pesar de que el actual mandatario es una figura ligada al capital y a los medios de comunicación, su aparición en la escena política desató una serie de críticas de parte de varios periodistas, lo que molestó al también magnate inmobiliario y a su equipo de colaboradores.

Filtraciones, investigaciones y editoriales ha sido algunas de las “armas informativas” utilizadas por la televisión y los rotativos para denunciar los abusos, excesos o fallas de la nueva administración Trump, lo que ha desencadenado una animadversión cada vez mayor entre ambas partes.   

Ojo por ojo…

Recientemente, el originario de Nueva York afirmó que la prensa es la “enemiga del pueblo”, esto, a raíz de que ambos rotativos y la cadena de noticias han sostenido una postura antagónica a sus planes en materia de inmigración o de seguridad interna.

Las primeras acciones gubernamentales “antimedios de comunicación” se han puesto en marcha, como por ejemplo, el impedir la entrada a determinados reporteros a la plática (informal) de los viernes con el vocero Sean Spicer. Al mismo tiempo, Donald Trump informó que no asistirá a la tradicional cena de los corresponsales de la Casa Blanca.

Maquiavelismo del siglo XXI

Dentro de toda esta turbulencia, algunos analistas políticos aseguran que los constantes ataques presidenciales hacia dicho sector obedecen a una estrategia calculada y avalada por los asesores de Washington.

Trump busca desviar la atención al victimizarse por los embates mediáticos y así, confundir a la gente para –posteriormente- “sembrar” la semilla de la exigencia que obligue a las autoridades a limitar derechos fundamentales, tales como la libertad de expresión o de prensa.     

Fracaso a la vista

Lo peor apenas inicia, sin embargo, Donald Trump ya trazó la línea por la cual quiere transitar su periodo al frente de la primera economía mundial. Pretender vigilar o silenciar a los medios de comunicación es un acto dictatorial y retrógrado, pues estos tienen una función social y el buscar matar al mensajero es sólo el comienzo del fin que llegará con su derrota en 2020.    

SÍGUEME EN TWITTER:

@LccPibe