Cuando un gobernante pierde la credibilidad y el respeto de su pueblo, es casi imposible revertir eso, a menos de que el primero emprenda una verdadera estrategia basada en acciones y propuestas que ayuden a mejorar su imagen, de lo contrario, cada día que transcurra será “golpeado” sin cesar por quienes lo eligieron.  

El político considera –de manera errónea- que la popularidad que gana durante la campaña se conservará automáticamente a lo largo de su periodo al frente de un país, estado o municipio; sin embargo, la buena reputación se construye a diario, tomando buenas decisiones y estableciendo una retroalimentación periódica con sus representados.

Uno de los errores en la materia, es el dejar de informar y el tener presencia “en tierra”; en otras palabras, nuestros políticos terminan por “elevarse”, por instalarse en los medios de comunicación y se despegan, desoyen o ignoran la realidad cotidiana.

“¡No pasa nada!”

Así pues, cuando un gobierno o mandatario atraviesan por una crisis o situación adversa, recurren a la radio, a la televisión o a las redes sociales para aclarar la polémica y de paso, hacer un llamado a la “unidad”, a la “calma”, al “no hagan caso”, etcétera.

Ese tipo de reacción supondría una medida correcta, además de una conexión entre el gobernante y los ciudadanos; empero, las autoridades en México y en muchas partes del mundo, enfrentan los problemas con celeridad pero carentes de veracidad.

Y es que en la actualidad, la información oficial sesgada queda al descubierto gracias a Facebook o Twitter, herramientas útiles a través de las cuales los datos (ciertos y falsos) fluyen más rápido que cualquier pronunciamiento institucional.

Los “4 Fantásticos”

Las recientes críticas hacia algunos personajes de nuestra clase política, tales como el gobernador de Veracruz, Javier Duarte; de Chihuahua, César Duarte; de Quintana Roo, Roberto Borge e incluso, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, se deben en parte, a un equivocado plan de comunicación.

Hoy, estos priistas se han convertido en los cuatro políticos mexicanos más impopulares de este 2016 y continúan en franca caída sin que sus colaboradores o asesores más cercanos les planteen una táctica diferente o al menos, una salida digna ante las dificultades.

Verdades a medias

Si el poder desgasta, también cae irremediablemente en la “hoguera” de la opinión pública, porque las decisiones que toma son de interés general que, en algunos casos, pueden ser aceptadas por la población, siempre y cuando exista claridad y sustento en cada mensaje.

En medio de una crisis económica, social y de violencia, México y en especial sus políticos, navegan sin rumbo fijo, tratando de sortear los comentarios, señalamientos, movilizaciones y burlas en su contra, sin que hasta la fecha lo hayan remediado.

Como show, lo anterior quizá sea divertido, aunque por otro lado el observar a auténticas “piñatas humanas”, donde cualquiera puede darles un golpe, muestra la debilidad y el fracaso de nuestra democracia.

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