Serenidad Interior

Fatalidad es morir después de haber nacido y el renacimiento para todos aquellos que perecen. Fatalidad es despertar después del sueño, en la desilusión que por necesidad sigue a la emoción y es también la dicha engendrada en el sufrimiento.

La persona feliz entiende la fatalidad y la pone al servicio de su evolución. Deja de ser un juguete de las leyes universales y empieza a manejarlas para generar armonía en su vida y en su entorno.

Los Maestros son individuos felices en todos los momentos de su vida, porque aprenden a serlo con la felicidad es algo más profundo. La felicidad es una conformidad y un estado de serenidad interior en medio de los sufrimientos, como también en medio de los gustos y del placer.

El sabio no le teme al dolor o al sufrimiento, porque sabe que son señales de los defectos que el estorban y que necesita quitarse para ser aún más feliz. No se lamenta por lo que le falta, disfruta lo que tiene. Si alguien se lamenta por lo que le falta, siempre se lamentará, porqué siempre le faltará algo. Una persona  jamás tiene todo, no hay alguien en el mundo quien lo tenga, si alguien lo obtuviera, no avanzaría en su evolución. Si alguien llevara una vida completamente libre de problemas, su vida misma sería un gran problema porque su conciencia se estancaría. No hallaríamos el sabor a la verdadera vida, a la grandiosidad del espíritu si siempre obtuviéramos de la  vida lo que nos viniera en gana.

Para ser feliz se requiere no temerle al dolor ni al sufrimiento, porque estos son como una lija que viene a pulir las aristas sobresalientes, agudas e hirientes de nuestra alma. Por eso, el dolor y el sufrimiento ayudan a eliminar defectos y a desarrollar virtudes. Son nuestros aliados en la conquista de la felicidad, pués ésta solo es posible alcanzarla a través de la virtud. Si bien no hay que temerle, tampoco hay que buscarlos.

No hay que apegarse, y menos aún, obsesionarse con nada. Puesto que el sabio esta más allá de derrotas y victorias, de halagos y desaires, no actúa motivado por recompensas ni reconocimientos, ni por miedo a castigos o desprecios. Su accionar está motivado por el amor y es ese amor, lo que permite ser feliz en medio de cualquier tempestad. El amor hace elevar la mirada del caminante hacia alturas mayores.

El estudiante se asombra de llegar a resultados contrarios de los que busca. Busca los placeres de la vida sin pensar en algo superior. Busca su propia alegría sin consideración de nada más y termina no encontrando nada más que un vacío interior.

Los sufrimientos son purificadores, así como el acero se templa con el fuego, así el alma se templa con el sufrimiento. El sufrimiento es el fuego purificador que renueva constantemente la naturaleza, es la experiencia emocional que tiene la persona. Los buenos consejos y la inteligencia no sirven para esto. Una persona puede ser muy inteligente y haber recibido grandes consejos en su vida, pero a la hora de actuar, fracasa. Para aprender y transformarse se necesita la capacidad para asimilar la experiencia emocional de aquel sufrimiento.

Un hombre con esta capacidad no se turba por las cosas que se hacen o se dejan de hacer, ni subordina su existencia a cosa alguna. Actúa siempre de conformidad con los dictados de su deber y no depende de nada externo. Su confianza se halla fija en lo imperecedero tiene un ideal claro del deber a cumplir.

MAESTRO RAFAEL