La ciudad de Nueva York, súper divertida, extraña y variada. Desde el inicii ofrece una bienvenida diversa en la que muestra un poco de lo que sorprenderá durante el viaje. Saliendo del aeropuerto la mejor opción (si el austero) es el bus, haber visto previamente un mapa y tal vez una checada en Google maps serviría de mucho; los taxis  son como en los films, pasan y pasan y no cualquiera se para, sin embargo,  para practicar el idioma, mucho ayuda conversar con los conductores que son especialmente de la India, pues resulta un desafío entretenido entenderlos, casi como una adivinanza lingüística. 
Brooklyn, uno de los distritos más famosos, es un barrio diferente, un poco imponente dependiendo del código postal que se visite.
Al mismo tiempo,  posee unos paisajes padrisimos, llenos de color y altura, de sobriedad y minimalismo, decorado con el tono azul del río este. 
Para todos los gustos, de todas las culturas, un poco de todo, y un aroma peculiar que se combina con la humedad de la ciudad provocando una sensación única percibida mayormente en las estaciones subterráneas del metro, transporte que se puede aprovechar bastante bien al comprar la Metro Card ilimitada, que dependiendo de los días de visita, brinda la oportunidad de viajar en subway y en bus de forma indeterminada.
Así mismo, el New York Pass es una de las mejores inversiones pues con él, es posible acceder a muchas de las atracciones principales, además de poner a disponibilidad viajar un día completo en ferry sin costo alguno.
En mi experiencia, recomiendo organizar previamente un itinerario contemplando la duración de los traslados, la ubicación y las rutas a seguir, pues transportarse de un lugar a otro, suele ocupar un tiempo considerable y es bien sabido que las cosas por hacer en NY son interminables.
Antes de comenzar el viaje, tenía la idea de que no encontraría ningún platillo tradicional de la ciudad, y aunque no me equivoqué del todo, si encontré un alimento caracteristico y que para variar se encuentra en cada esquina: la comida árabe, que resulta rica, abundante y barata. 
Finalmente, no podía dejar de mencionar la elegancia de las calles de la ciudad, evidente en la mayoría de sus edificios, tiendas y restaurantes; siendo un destino que ofrece algo para cualquier preferencia, bolsillo y gusto.