Me gusta la niñez.

El diccionario de la Real Academia de la lengua define a un niño como

Niño, ña.

(De la voz infantil ninno).

1. adj. Que está en la niñez. U. t. c. s.

2. adj. Que tiene pocos años. U. t. c. s.

3. adj. Que tiene poca experiencia. U. t. c. s.

4. adj. despect. Que obra con poca reflexión y advertencia. U. t. c. s.

Y a la niñez

Niñez.

1. f. Período de la vida humana, que se extiende desde el nacimiento a la pubertad.

2. f. Principio o primer tiempo de cualquier cosa.

Y a una niñería como

Niñería.

1. f. Acción, especialmente diversión o juego, de niños o propia de ellos.

2. f. Poquedad o cortedad de las cosas, que las hace poco estimadas de los hombres.

3. f. Hecho o dicho de poca entidad o sustancia.

En resumen se habla de pocos años, de cosas poco estimadas, con poca experiencia, hechas por diversión o por juego.

Cada vez que oigo expresiones así me da la impresión de que pensamos que la niñez es una etapa que se debe superar; que el juego debe acabar y que debe llegar el momento en el que debemos ocuparnos de asuntos serios, de adultos; que algún día debemos vestir seriamente, hablar seriamente y actuar seriamente; que algún día debemos enojarnos para siempre con quién así lo merezca; que debemos hacer sufrir al otro; que debemos poseer cosas y personas.

Pensamos que un adulto es una persona plena y por eso alimentamos la creencia de que la niñez es sólo una preparación. Nada más falso que eso: siempre estamos en evolución, nunca estamos acabados, terminados o hechos del todo pero los adultos somos, entre otras cosas, soberbios.

La niñez es una etapa en la que aceptamos humildemente que podemos seguir aprendiendo, que alguien nos enseña y esto, lo perdemos en la vida adulta cuando nos sentimos sabios.

Me gusta la niñez porque es una etapa en la que nos maravillamos de todo lo que vamos sabiendo, de lo que vamos viendo, de los nuevos sonidos que escuchamos. Los adultos ya no queremos cambiar ni los gustos musicales, creemos que lo visto por nuestros ojos ya no puede recibir nada nuevo, que la vida ya no puede sorprendernos.

La niñez es una etapa en la que mostramos nuestras emociones en el sentido más puro: nos enojamos o lloramos o nos reímos a plenitud y somos tan sabios como para darle su justa dimensión a todo esto. No prolongamos los enojos más de lo necesario.

Durante la niñez le damos el justo valor a lo que nos rodea: preferimos el amor, la compañía y la sonrisa sobre cualquier otra cosa.

Durante la niñez tenemos confianza en el otro: le creemos a ciegas a los padres, a los maestros, a los abuelos y a cualquiera que entable una relación con nosotros. Creemos en el amor porque sin duda damos amor.

Niñez no es irresponsabilidad, niñez es abandono en la confianza de que al final, todo será mejor.

Todo esto no lo sé por casualidad. Todo esto me lo enseñan un par de niños de los que recibo amor por costales; de los que recibo tanta confianza que son los únicos seres humanos con los que puedo ser yo mismo, sin temor a ser juzgado; de los que espero no ser un estorbo en su maravilloso proceso de crecimiento y a los que les deseo siempre y hoy en especial, que sigan siendo niños para que me sigan enseñando a volver a ser niño.